Esta situación ocurre cuando existe cierta reducción en el deseo de consumir alimento, más o menos marcada, que se prolonga durante el tiempo sin tomar en cuenta las necesidades calóricas básicas que requiere el organismo para funcionar adecuadamente.
Además de visitar a un especialista que determine las causas de tus síntomas puedes tomar algunos remedios caseros que te ayudarán a mejorar esta realidad como:
* Preparar un jugo de tomate. Para ello debes lavar, pelar y exprimir los tomates. Después se cuela las pepitas. Se le puede añadir azúcar al gusto. Tomar un vaso diario preferiblemente por la mañana.
*Licuar un puñado de fresas y luego se le agrega 1 taza de agua o de leche.
* Agregar en la elaboración de los alimentos una cucharada de estragón bien picado o molido.
*Colocar 3 hojas de laurel en una taza de agua que esté hirviendo. Tapar y colar. Tomar a diario.