Durante al año escolar el apoyo de los padres es fundamental para la construcción de bases que estructuren su futuro.
Ser padre o madre es uno de los desafíos más difíciles que plantea la vida para cualquier persona y a la vez, una tarea en extremo gratificante. Es una opción tan importante, que puede darle sentido a la vida, al punto de que en condiciones de adversidad, seguir adelante y luchar ‘por los hijos’ se convierte en el objetivo de muchos padres. La importancia de las funciones parentales, reside en que no se trata sólo de cuidar a los hijos, sino también de brindarles la protección y la educación necesaria para que se desarrollen como personas sanas, buenas y solidarias.
Como resultado de numerosas investigaciones realizadas en los últimos tiempos, se ha concluido que el bienestar infantil es el producto de un complejo proceso, basado en una práctica de buenos tratos en la cual interactúan al menos tres factores que se entrelazan entre sí:
* Las necesidades básicas infantiles, como jugar.
* Las competencias o capacidades parentales
* El contexto social circundante, su hogar.
Las necesidades básicas de los niños/as son múltiples y cambian a medida que crecen. Son evolutivas.
Los padres para dar satisfacción a las mismas, deben disponer no sólo de recursos y capacidades, sino también de suficiente plasticidad como para que sus repuestas se adecuen a cada etapa del desarrollo de los hijos. Por ejemplo, no es lo mismo cuidar, proteger y educar a un niño pequeño, que a un adolescente.