Todos los pueblos a lo largo de la historia han empleado las propiedades de la arcilla, la tierra y el barro, como remedio natural para numerosas dolencias.
Antiguos documentos manifiestan que los médicos egipcios utilizaban arcilla por vía interna contra las inflamaciones y las ulceras. Para tratar los dolores y deformaciones reumáticas aplicaban los fangos calientes del Nilo, y los embalsamadores, utilizaban la arcilla para la momificación de los muertos. También los médicos griegos y árabes conocían sus virtudes y la utilizaban.
La fuerza curativa de la tierra o arcilla mojada fue redescubierta por Priessnitz en el siglo XIX, cuando observó a un ciervo herido de una pata sumergirla frecuentemente en el barro y desde entonces hasta nuestros días, pese a las diferencias de método o teorías, el elemento fundamental de la fangoterapia, la Concepción Terapéutica de la Arcilla, no ha dejado de acompañar al hombre.
Hoy las propiedades terapéuticas de la arcilla han quedado demostradas de manera fehaciente.
No sólo la emplean los naturópatas, sino que también la medicina general. Sustentada en las bases que esta genera.