La desfachatez del ‘Chucho’ Bolaños y de su abogado defensor, Julio César Valdivieso, desató un voraz huracán de críticas, tras el arresto del volante de Barcelona, en la madrugada del lunes, por guiar en estado etílico e invadir vía prohibida en el norte de Quito.
El profesional citado, trató de lanzar tierra sobre el caso, inventando una historia dislocada, buscando confundir a la opinión pública, para salvar a su representado, que también había montado una serie de infantiles mentiras.
Bolaños, con la complicidad de su hermana Ana, sostenía que el ser humano que estaba en las celdas, era un inexistente hermano gemelo del player, de nombre Alejandro. ‘Chucho’ contestaba las llamadas a su celular, precisando que estaba en su departamento, cuando en realidad reposaba en los calabozos de la División de Tránsito de Quito.
Fastidia tanto cinismo, en un hecho evidente, que el parte policial comprobaba. Nadie entiende, como un jugador que estaba citado para integrarse a la selección, fue capaz de beber hasta el desquicio, minando su capacidad física y, tentado por los diablos del alcohol, decidió salir a la calle a las 4 de la mañana, hasta caer en las manos de la policía, que con aplaudido criterio, dejó al margen la impunidad, que creen tener los personajes populares, como ‘Chucho’, que piensan que por su fama, tienen ‘licencia para reirse de la gente y de las autoridades’.
Bolaños vive en estas horas en el ojo del escándalo. La FEF lo desafectó del viaje a New York y Seúl, como no podía ser de otra manera y, la directiva de Barcelona, también prepara una sanción, que debe ser férrea, para aniquilar cualquier otro brote de indisciplina. Lo del ‘Chucho’ es vergonzoso y lacerante. Se manejó como un auténtico farsante. Por. Raúl Cruz Molina