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19 abr (EFE).- El intelectual Alfredo Guevara, fallecido hoy en La Habana a los 87 años, fue una de las figuras más influyentes de la cultura en Cuba tras la revolución de 1959, amigo muy cercano de Fidel Castro y promotor y pensador del cine en la isla y Latinoamérica.

alfredo-guevaraConsiderado uno de los pensadores del cine cubano contemporáneo y del llamado Nuevo Cine Latinoamericano, Guevara tuvo una intensa vida como dirigente, escritor, cineasta y funcionario del Gobierno de Cuba, donde era visto como una de las figuras «sagradas» de la revolución.

Su impronta intelectual unió el pensamiento político y cultural de la Cuba revolucionaria, en la que su obra fundamental fue la fundación del Instituto Cubano de Cine (ICAIC), que presidió por unos 30 años.

Conocido por su sobriedad y rigurosidad, Guevara cursó estudios superiores de Filosofía y Letras y Ciencias Sociales en la Universidad de La Habana, donde se distinguió por sus ideas de izquierda y fue contemporáneo de Fidel Castro.

A los 19 años conoció a Castro, cuando este cursaba Derecho, y como parte de la misma generación compartieron acciones del movimiento estudiantil que luego se extenderían a los años de la lucha clandestina y de la «construcción» de la revolución.

En su etapa de estudiante Guevara llegó a ser presidente de la Asociación de Alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras en tres ocasiones, y también ocupó el cargo de Secretario General de la Federación de Estudiantes Universitarios.

Fue dirigente clandestino del movimiento revolucionario «26 de julio» encabezado por Castro, y tras el triunfo de la revolución el 1 de enero de 1959 el líder cubano le encargó personalmente organizar la redacción de la reforma agraria y la creación del ICAIC.

Además, el régimen de Castro le otorgó otros nombramientos como el de viceministro de Cultura y representante ante la UNESCO.

Guevara se denominó siempre como «revolucionario socialista» y «fidelista«, nunca escondió su cariño y admiración profunda por Fidel Castro ni escatimó elogios sobre su magnitud histórica.

En 2008, cuando la prensa le preguntó si el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana estrenaría la película del estadounidense Steven Soderbergh sobre Ernesto Che Guevara, recalcó que si el filme lastraba la imagen de Castro no sería exhibido.

«Si tiene un ataque a Fidel no viene y si no lo tiene, no me importa entonces», afirmó.

Al Festival de Cine Latinoamericano, fundado en 1979 y con sede en La Habana, Guevara dedicó buena parte de sus esfuerzos culturales con el fundamento de que la cita reconociera y divulgara obras capaces de enriquecer y reafirmar la identidad de la región.

Fue presidente del evento hasta el momento de su muerte, y contribuyó a convertirlo en uno de las citas cinematográficas más prestigiosas y comprometidas de América Latina y el Caribe.

Junto a la obra del Festival, Guevara compartió sus responsabilidades como miembro del Consejo Superior de la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, órgano que concibe y dirige el funcionamiento de la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños (La Habana).

Apasionado por el arte, cursó estudios superiores de Dirección Teatral y llegó a colaborar con el cineasta español Luis Buñuel y el italiano Cessare Zavattini, representante del neorrealismo.

Asimismo integró el equipo de realización del documental «El Mégano», considerada la primera obra del cine documental cubano contemporáneo.

Escribió ensayos y libros («Revolución es lucidez», «Un sueño compartido», «Tiempo de fundación» y «Los Años de la Ira», entre otros) y recibió honores como la Orden de la Legión de Honor de Francia en el grado de Comendador, la Medalla de Oro Federico Fellini de la UNESCO, y el Premio Nacional de Cine en Cuba.

En sus últimos años Guevara insistió en la necesidad de incrementar los procesos de participación ciudadana en la isla, y calificó la ignorancia, la burocracia y el inmovilismo como los grandes enemigos de la revolución.

«La Revolución está revolucionada en un sentido, pero debe revolucionarse internamente de un modo más claro, urgente, intenso, calculado, prudente y audaz. Esta extraña combinación es posible», sostuvo.

También se refirió a la «gran tarea» de los jóvenes ante la necesidad de «refundar el socialismo» y «salvar la izquierda».

«Lo que me queda de vida lo quiero echar, entregar, a la lucha por el futuro espiritual de nuestra juventud. Es lo que haré hasta el último día de mi vida», aseveró en una entrevista en 2010, cuando tenía 85 años. EFE

Por sfeijoo