También llamada «La Reseña«, la ceremonia se basa en un antiguo rito del ejército romano donde se rendía homenaje al «general muerto», que en este caso es Cristo.
La ceremonia, traída a América durante la conquista, se celebraba hasta hace unos pocos años en las catedrales de Lima y Sevilla, aunque ahora sólo perdura en la de Quito.
Las «caudas» son unas capas largas y negras, de casi cinco metros de largo, que cuelgan desde el cuello de los primados elegidos para la ceremonia y que se arrastran por el suelo de la majestuosa Catedral Metropolitana de la capital ecuatoriana.
Más de mil fieles abarrotan esta iglesia para admirar el paso de los canónicos y sus largas túnicas por lo pasillos de la Catedral, en una ceremonia acompañada por el viejo órgano de viento que entona una marcha fúnebre.
Los religiosos caminan despacio y los fieles bajan sus cabezas en señal de recogimiento.
Luego, los primados llegan frente del altar, tras dar una vuelta por los pasillos, y se posan de rodillas, mientras un religioso bate una inmensa bandera negra con una cruz cristiana roja en su centro.
También blande el estandarte sobre los primados que han pasado de la posición de rodillas a acostados en cruz en el suelo, cubiertos por las caudas, lo que representa la muerte de Jesucristo.
La batida del estandarte negro también roza las cabezas de los fieles que han logrado llegar muy cerca.
Luego los clérigos se levantan del suelo para recordar la resurrección de Cristo y toman asiento en las sillas que rodean el altar mayor, para dar paso a la liturgia.
El ambiente, durante toda la ceremonia, es fúnebre, con poca luz, olor a incienso y sahumerio, y con música sacra de fondo.
La ceremonia de hoy estuvo presidida por el arzobispo de la capital, Fausto Trávez, que en su homilía recordó que Quito es la única ciudad en el mundo donde se celebra este ritual católico.
La ceremonia también captó la atención de decenas de turistas que ingresaron en la Catedral para retratar las imágenes de la celebración religiosa.
El «Arrastre de caudas» es también uno de los numerosos actos auspiciados por el Ayuntamiento de la ciudad durante la Semana Mayor, que se corona con la procesión «Jesús del Gran Poder», el Viernes Santo.
La gerente de la empresa municipal Quito-Turismo, Luz Elena Coloma, destacó la ceremonia religiosa como una tradición que se ha mantenido en la ciudad desde el siglo XVI.
Aseguró que la Semana Santa en Quito ofrece las condiciones óptimas para el llamado «turismo religioso», pues además de concentrarse en el bello casco colonial de la ciudad, donde se congrega medio centenar de iglesias, las tradiciones ofrecen un atractivo «único».
Coloma recordó que, además de las celebraciones religiosas, muchos turistas visitan la ciudad en esta época para degustar la tradicional «fanesca», un portentoso plato a base de granos frescos, así como por los llamativos rituales que se realizan en poblados cercanos a la ciudad.
Según Coloma, el año pasado el turismo en esta época creció un 7 por ciento y dijo que se estima que en esta semana Quito reciba a más de 40.000 visitantes nacionales y extranjeros. EFE