La fe, es un sentimiento de amor, esperanza y optimismo, que nos caracteriza a los ecuatorianos.
Emprendemos largas peregrinaciones hacia el Quinche y El Cisne, con el fin de demostrar nuestra inagotable voluntad de luchar.
La vida nos golpea por muchos sectores. Nos amenaza con pobreza, desempleo, hambre y otros males y aún así, seguimos en pie de lucha.
Independientemente de religión y credo, nuestra esperanza es el alimento que nos da fuerza para sortear la adversidad.
Ya no creemos en políticos y gobiernos. La piel se nos hizó callo, de tanto recibir paquetazos y malas noticias. Cambiamos la buena memoria por malos recuerdos.
Desde que el Ecuador se convirtió en república, nos ha tocado vivir golpes fuertes y mortales, pero seguimos aquí. Nadie ha logrado doblegarnos. Que nadie nos quite la fe. Que nada nos empañe la esperanza. Sólo así seguiremos guerreando y trabajando para no dejarnos vencer. Recuerde: detrás de la tormenta, siempre llega la calma.