Los técnicos intentan ingresar a la zona de Intag para iniciar con los trabajos de estudios de suelo, agua y más. Hecho que no se cumplió porque los habitantes se percataron del pormenor e impidieron el ingreso, según Polivio Pérez, presidente del Concejo de Comunidades en Desarrollo.
No obstante, el portal de la Empresa Nacional minera señala que Enami EP «cumplió con los objetivos planteados para el levantamiento de información ambiental y toma de muestras en campo para la elaboración del Estudio de Impacto Ambiental dentro de la concesión del proyecto Llurimagua, ubicado en las parroquias García Moreno y Peñaherrera, en Imbabura», señaló.
La concesión minera se ejecutará una área de 4.839 hectáreas en las parroquias García Moreno, Peñaherrera y Cuellaje. La ejecución estará a cargo de la Enami Ep y la Corporación Nacional de Cobre (Codelco), ya que existe una cooperación binacional.
Al momento, Silvia Quilumbango, presidenta del Consejo de Gestión Ambiental de la Asamblea Cantonal, explicó que no se permitirá el ingreso de la Empresa a la zona ya que esta perjudicará en el tema ambiental a las seis parroquias y por ende a los más de 14 mil habitantes.
Además enfatizó que desde el día sábado Fuerzas Armadas ingresaron a la zona de Intag. «Los carros de militares ingresaron hasta Charguayaco Alto, pero se regresaron, pero ayer en la tarde ingresó otro carro de militares quienes se quedaron en Apuela a dormir en uno de los colegios. Hace una hora (hoy a las 12h00) había un carro de militares en la comunidad de Chontal».
De esta manera Quilumbango indicó que uno de los camiones llevaba aproximadamente 15 militares. «No lograron entrar a la Reserva comunitaria de Junín (comunidad donde se realizará los relaves) por que las comunidades se encuentran vigilantes, añadió.
«Las excavaciones se bajaran la montaña de Junín. Nosotros no vamos a ser beneficiados por la empresa minera porque estamos al pie de la mina entonces no se va poder trabajar, se necesita la tierra. Todo el pueblo está dentro de la concesión minera «, contó Javier Ramírez, presidente de la comunidad de Junín.
En otras épocas las concesiones mineras ya contaminaron el río Junín. El agua que bajaba era blanca a causa de los campamentos de las mineras ubicados en el origen del río. Por la etapa de exploración botaban aditivos al río. Nadie podía beber, sí las mulas tomaban agua se morían, tocaba estar cuidándoles para que no se tomen el agua. De igual manera los niños que se bañaban el río presentaban granos en la piel, explicó.