El escritor ecuatoriano Huilo Ruales presenta hoy «Edén y Eva», el primer libro de su trilogía «Los Kitos infiernos», en la que habla de las distintas identidades que se encuentran en las grandes ciudades, aquellas que aparecen sin buscarlas y las que tienden a ocultarse.
«Edén y Eva», a la que el también escritor ecuatoriano Galo Galarza describe como «un sabroso durazno envenenado», crea un Quito múltiple, rico en personajes, ámbitos e historias que, de forma descarnada y poética, enfrenta al lector a esa ciudad de mil rostros.
Ruales comentó a Efe que se trata de una «reinvención de la ciudad» en donde hay múltiples identidades, una es aquella donde está el poder sociocultural, el privilegio, pero donde también hay un «submundo».
El escritor, que en su creación literaria tiene narrativa, poesía, teatro y crónica, retrata en su nueva obra a una ciudad donde la sociedad «es un tejido tanto de amor como de inocencia y al mismo tiempo como de desolación, infierno».
«Lo que quise presentar no es nada más que una metáfora que creé de Quito, no de este, sino del Quito que puede haber en cualquier ciudad metropolitana», señaló.
El primer libro de su trilogía tiene como protagonista a Eva, una mujer que vive «al margen, que habiendo en cierto modo pertenecido a un mundo afortunado, no usufructúa de ello», explicó el escritor, oriundo de la ciudad de Ibarra (norte de Ecuador).
Eva es una mujer contemporánea, próxima a la poesía, al arte, a la ruptura de la norma, «a lo no sacralizado, al repudio de toda una hipocresía de la norma y sociedad de privilegio», indicó.
Justificó el uso del concepto de Edén por la connotación bíblica que puede tener y «porque hay unas circunstancias que me permite crear irónicamente el espacio de paraíso, privilegio y superficialmente así resulta, pero en el fondo el Edén también es una parte del infierno».
«Quise jugar con lo del Edén porque al personaje ya le puse Eva. Eva perdida o expulsada del Edén es un juego literario», comentó al señalar que la historia personal la conmina a la «no pertenencia», algo que les ocurre también a los migrantes.
Ruales explicó que en la obra, Eva «no tiene pertenencia» en el grupo en que se encuentra y de allí surge su «espíritu rebelde, contestatario, muy sensible a lo marginal».
Con su obra, Ruales no pretende dejar mensaje alguno, pero confiesa que «siempre» le «ha chocado» la no pertenencia a un lugar pues lo vivió en carne propia al haber salido de su ciudad natal para trasladarse a la capital de Ecuador, llena de «contradicciones», en su opinión.
Y es precisamente de ese Quito del que habla en el primer libro de su trilogía, «pero perfectamente le queda muy bien a Lima» (capital de Perú), se apresura en asegurar.
Ruales ve a la literatura como el «placer inmensísimo de recrear el mundo y compartirlo a través de esa recreación inventiva» y ya trabaja en el segundo libro del grupo que, por ahora, lleva como nombre «Corta venas», que prevé publicar en marzo próximo.
«Escribir es lo único que da sentido a mi vida, lo único que me salva es la escritura y la lectura», subrayó Ruales que tiene ya en mente «No todos los monstruos vienen de Hollywood», como título para el último libro de la trilogía que ha visto hoy la luz de mano de la editorial Eskeletra.
A sus más de sesenta años, Ruales cree que la tecnología ha ayudado «muchisísimo» a los escritores para desarrollar su actividad pues muchas cosas son más asequibles gracias al espacio virtual que también ha permitido que se pueda publicar más fácilmente, «con el riesgo» también de que se «publiquen disparates en las redes».
«Los jóvenes ya no están aislados como en mi época, que no teníamos ningún nexo ni con los escritores de Popayán (suroeste de Colombia). Ahora ya se relaciona, ya están integrados en el flujo de la literatura contemporánea», considera.
Ruales opina que ahora «es más fácil, pueden dar a conocer su obra, mejorarla en su calidad, pues hay parámetros universales y no sólo los locales». EFE