La estadounidense Apryl Michelle Brown, de 46 años, quería aumentar el tamaño de sus glúteos y se sometió a un par de inyecciones de silicona adquiridas a través del mercado negro.
La peluquera y madre de 2 hijas, acudió en 2004 a un negocio donde ponían silicona muy barata por recomendación de una de sus más fieles clientes.
Apryl pagó mil dólares por 2 inyecciones; el ‘negocio’ estaba ubicado en una casa sin controles de calidad.
La combinación de ingenuidad, mucha confianza e inseguridad en su cuerpo llevaron a la estilista a dejarse inyectar un producto cuyo origen desconocía.
Al poco tiempo comenzaron los problemas y la mujer se dio cuenta que no le inyectaron silicona estética, sino silicón industrial.
A 2 años de las inyecciones, la piel de los glúteos de Apryl se puso dura y comenzó la gangrena, la vergüenza no le permitió buscar ayuda hasta que el dolor fue insoportable.
Después de 4 años los médicos le dijeron que era muy peligroso retirar la silicona y en 2011 tuvieron que inducirla a estado de coma y amputarle los glúteos.
A pesar de que lograron salvarle la vida, la gangrena avanzó y le amputaron las cuatro extremidades.