“Nos parece absolutamente reprobable. Los cazatalentos se quedan parados afuera de la clínica y tratan de recoger a nuestras niñas, porque saben que son delgadas”, acusa Anna Maria af Sandeberg, directora del centro médico para los trastornos alimenticios en Estocolmo.
El último incidente tuvo lugar hace un año, cuando el hospital se vio obligado a poner fin a sus acuerdos con las pacientes en cuanto a salir a la calle a pasear.
“Los reclutadores han estado cortejando a chicas gravemente enfermas entre 14 y 15 años de edad”, denuncia Christina Lillman-Ringbor, coordinadora de la citada clínica.