Alrededor de 300 personas, en su mayoría adictos a las drogas o el alcohol, viven en una serie de túneles, los cuales fueron construidos para resguardarse durante las tormentas de arena del desierto. La situación en la que viven es precaria y llena de inseguridad, los habitantes portan armas caseras y la policía no entra a los túneles; sin embargo, para las personas que habitan dentro de ellos es un ‘paraíso’, pues los han salvado de vivir en plena calle. Hasta pequeñas bibliotecas son construidas.