Julieta Venegas promociona su nuevo disco titulado ‘Los Momentos’. En el demuestra sus múltiples perfiles y se divorcia de su acordeón. Éxito.
Julieta Venegas pasó del incondicional “porque te quiero con limón y sal”, o del amor incombustible que impregna Otra cosa, su disco anterior, a mostrar su corazón ajado y resentido en el más reciente ‘Los Momentos’, concebido en plan electropop minimalista junto a Yamil Recz.
Sólo Julieta tiene la explicación de tal desplazamiento. Sólo ella puede blanquear si estos temas en las que mezquina su acordeón tan característico son producto de algo personal o de una alucinación creativa. Como sea, ahí están las pistas de que amar duele; de que los desencuentros suelen ser más recurrentes que las sintonías; de que es imposible asociar una producción vasodilatadora a una lírica triste y algo desesperada como ‘Volver a empezar’, donde se confiesa desde el desgarro que “no hay nada que ganar”.
Los momentos comienza a contramano de su impronta general. Lo hace con Hoy, una balada que al promedio se convierte en una suerte de himno infantil y que vehiculiza frases como “amo de verdad” o “hoy puedo confiar en lo que siento”.
Ninguna de estas líricas, sin embargo, es tan elocuente como la del electro ‘Tuve para dar’. Allí, a Julieta se le oye “alegrías tuve para dar, no creas que siempre fui así; mi sangre corrió, hoy inspiro temor”. Esta es la pieza que generó un clip urbano que hizo pensar que ‘Los Momentos era más político que este strip tease emocional que resultó.