Vie. Nov 22nd, 2024

El grupo mexicano Maná se reencontró ayer con el Festival de Viñadel Mar, en la inauguración de la 54 edición del certamen, una década después de su última participación.

mana viña del mar 2013Una hora y media estaba anunciada para el concierto de los mexicanos, aunque ellos habían prometido que les tendría que sacar la policía. No fue así, pero la hora y cincuenta y cinco minutos que duró el espectáculo sirvieron para revivir viejas y satisfactorias experiencias.

El «Monstruo», sobrenombre con el que se conoce al público del anfiteatro de la Quinta Vergara por su pasado ‘devorador’ de artistas, esperaba impaciente el comienzo del «festival de los festivales» de manos de uno de sus grupos preferido.

Entre innumerables pancartas, decenas de banderas y sombreros mexicanos, se podía leer «Fher eres mi amor clandestino», un juego entre el nombre del vocalista y una de las canciones de la formación.

Como si de un antiguo romance se tratara, un «Monstruo» -menos monstruo para la ocasión- y unos ‘desaliñados’ integrantes de Maná se volvieron a ver las caras demasiado tiempo después.

Tras la larga ausencia, «Oye mi amor» fue su primer contacto, seguido de unas palabras de añoranza por parte de Fher, uno de los fundadores de la banda.

«Ya los extrañábamos mucho. Hace diez años venimos y nos lo pasamos espectacular. Esta noche nos lo vamos a pasar aún mejor», dijo ante las 15.000 almas que llenaban el anfiteatro.

La armonía entre Maná, que en polinesio significa «energía positiva», y el entregado público fue de los «Pies a cabeza» a la esperanza de «Lluvia al corazón».

Uno de los grupos más influyentes en la historia del rock latino deleitó a la multitud con varios temas que los fieles al festival no habían podido disfrutar en directo, como «El verdadero amor perdona», de hace apenas dos años, o «Bendita tu luz» de 2006.

Los mexicanos dejaron de lado, por una vez, el tequila de sus tierras por un «buen vino chileno». «Salud, ya los extrañaba», repitió Fher, mientas se bebía una copa de un trago.

Antes de que el espectáculo llegara a la mitad, la unión no decaía, todo lo contrario y, justo después del amor de «Mariposa traicionera» y a petición del «Monstruo», la formación mexicana fue galardonada con la antorcha de plata.

Palmas, redobles de batería y fuego precedieron a «Clavado en un bar», con la que los presentes bailaron, vibraron y movieron las manos, desde los que no habían nacido en su última visita hasta los que escuchaban sus primeras canciones a finales de los ochenta.

Los integrantes de Maná subieron a una seguidora de la banda al escenario, pero al ser santiaguina, se vieron en la ‘obligación’ de llamar a una fanática local, las cuales disfrutaron junto a sus ídolos de «Tu eres mi religión».

Fher anunció: «Esta canción se canta en las cantinas mexicanas». Y no dio tiempo a que empezara a interpretarla porque el público se adelantó con la letra de «Se me olvidó otra vez».

En la década de los noventa, la armónica fue una de las señas de identidad de Maná gracias a «Vivir sin aire», que interpretaron por primera vez en tierras australes en su gira de 1993.

Maná siguió con los guiños y, con una camiseta de la selección chilena a los hombros, tocaron «En el muelle de San Blas» y Fher presentó a sus compañeros, incluyendo a Álex, a la batería, que cumplía años este domingo.

La ecuación perfecta parecía redondearse musicalmente con «Rayando el sol», coreada y cantada por el «Monstruo».

Los mexicanos lanzaron una alabanza al pueblo de Chile, «porque Latinoamérica sufre de muchas cosas», una de las peores es «la corrupción» y Chile «es el menos corrupto» de la región.

Con las luces apagadas a petición de Maná, todo el público se movió al son de la música en una Quinta Vergara iluminada únicamente con la luz de los móviles, como en décadas pasadas se hiciera con antorchas.

Antorcha, en este caso de oro, además de la gaviota de plata y de oro, fue lo que también recibieron los mexicanos, que finalizaron con «Labios compartidos», «Corazón espinado» y «Cómo te deseo».

Visto el reencuentro, ahora solo falta que la próxima vez no sea dentro de diez años, porque parece que ni el público de Viña de Mar ni Maná se lo perdonarían. EFE

Por kochoa