Dom. Sep 22nd, 2024

La huesuda hizo su aparición nuevamente y aprovechándose de la inseguridad que se vive en Guayaquil se llevó a una nueva víctima. Juan Gregorio Chávez Granados de 26 años fue asesinado de un disparo en la cabeza la noche del último domingo.

La desgracia ocurrió a las 23h00 en el sector de Gallegos Lara, al centro de la urbe, cuando inescrupulosos intentaron despojar a Juan Gregorio de sus pertenencias, quien opuso resistencia, por lo que los ladrones sacaron un arma y le dispararon en la cabeza para luego dejarlo tirado en la acera, no sin antes llevarse todo lo que tenía la víctima.

Conocidos de Juan Gregorio, quien vivía en el sector donde ocurrió el crimen, alarmados al verlo tirado en la calle, corrieron a llamar a los familiares, quienes llegaron a los pocos minutos y trasladaron a la víctima, aún con vida al Hospital Guayaquil para intentar salvarle la vida, pero lastimosamente falleció en la madrugada.

Resignados por lo ocurrido, los familiares de Chávez llegaron a la Morgue de la Policía Judicial para recoger su cuerpo y así darle el último adiós. «Por qué lo mataron. Si le iban a robar no tenían la necesidad de dispararle. Yo no tuve oportunidad de despedirme de él», decía desconsolada Susana Granados, madre de Juan Gregorio, mientras era consolada por sus hermanos que acompañaban su dolor.

NADIE VIO NADA

Como ya es costumbre en este tipo de casos, nadie vio ni escuchó nada, por lo que los familiares no saben a quién culpar por el asesinato de Chávez. Lo único que les queda, es que Dios se encargue de hacer justicia.

«No podemos hacer nada, porque cuando preguntamos si alguien había visto algo, nadie dijo una sola palabra. Ahora solo nos queda esperar a que la justicia divina le llegue a esos asesinos», sentenció doña Susana.

Juan Gregorio Chávez era soltero y vivía solo. Se ganaba la vida como jornalero y ayudaba a mantener a su mamá, quien enviudó hace varios años.

Son los dueños de la calle

En el sector de la Gallegos Lara, los moradores manifestaron su preocupación, pues sostienen que no es la primera vez que se dan este tipo de tragedias, ya que los pillos son prácticamente dueños de la zona, tanto así que ni la Policía se atreve a andar por ahí. «Los dueños de la ajeno, aquí hacen lo que quieren y si alguien les reclama lo matan sin piedad y lo peor es que ni la policía puede hacer nada, porque los pillos andan mejor armados que ellos», sostuvo un morador del sector, que prefirió no dar su nombre por temor a represalias. (PD)