Emitir sonidos es algo natural, pero hay parejas que se ven envueltas en el dilema de «gritar o no gritar», pues para muchos hacerlo les parece vergonzoso, lo que lleva a reprimirse de disfrutar esta sensación.
La excitación producida por los gritos y gemidos puede llegar a ser tan fuerte o inclusive más que la estimulación directa a los órganos sexuales; gracias a que la sensibilidad del oído, provoca efectos estimulantes.