Un año después de la muerte de Steve Jobs sus productos siguen engordando las arcas de Apple, que nada en la abundancia económica a pesar de haber perdido el toque personal de su difunto cofundador, un «gurú» tecnológico capaz de convertir un teléfono en un objeto de deseo.
Tanto el reciente iPhone 5 como la tercera generación del iPad, que debutó en marzo, han sido éxitos comerciales incluso antes de llegar al mercado y Apple ha batido récords en la bolsa donde ha pasado a ser la empresa con la mayor capitalización bursátil de todos los tiempos.
Aunque los números de esa compañía californiana apabullan, sus dispositivos ya no tanto.
Jobs falleció el 5 de octubre de 2011 víctima de un cáncer, pero meses antes había dejado atada su sucesión. Tim Cook, su mano derecha, le reemplazó en agosto de ese año como consejero delegado.
Cook, un hombre sobrio que hasta entonces era jefe de operaciones de Apple, se aseguró tras la muerte de Jobs de retener al equipo directivo detrás del iPod, el iTunes, el iPhone y el iPad para garantizar la continuidad de la edad dorada de la compañía.
Millones de dólares en acciones se fueron a parar a los ejecutivos clave a cambio de su permanencia durante 5 años más en Apple, una década en el caso de Cook, quien pasó a ser el consejero delegado mejor pagado de EEUU, todo para evitar tentaciones de irse a la competencia.
El estado de opulencia de Apple llevó a que su cúpula anunciara en marzo el primer reparto de dividendos en 17 años y decidiera invertir 45.000 millones de dólares (unos 57.978 millones de dólares) en recomprar activos.
Bajo el mando de Steve Jobs, Apple nunca repartió su liquidez entre los accionistas por entender que no favorecía a incrementar el valor de la empresa.
Los dividendos fueron una demostración de que, a pesar de que el barco de Apple navega a toda máquina en el rumbo fijado por Jobs, hay un nuevo capitán, Cook, llevando el timón.
Otra evidencia del cambio durante el año sin Steve Jobs es que Apple ha generado mucha más información por sus finanzas y sus juicios de patentes que por su innovación tecnológica.
Sus dispositivos han perdido la ventaja competitiva de antaño y sus rivales han conseguido acercarse al rendimiento del iPhone y el iPad, sus productos estrella, e incluso en ocasiones mejorar sus prestaciones hasta el punto de que los analistas se cuestionan ahora qué aparato está a la vanguardia en el sector del móvil.
Es pronto aún para juzgar el trabajo de Cook y su equipo en términos de desarrollo de producto ya que gran parte de las novedades de Apple hoy son proyectos heredados de Jobs, pero sí resulta notorio el desencanto existente en los medios especializados respecto a las presentaciones de los nuevos dispositivos.
Tras el lanzamiento del iPhone 5, la revista tecnológica Wired valoró positivamente el teléfono al tiempo que lo calificó de «aburrido» por no ir más allá de lo esperado, por no sorprender como acostumbraba a hacerlo Steve Jobs. Otros advirtieron que de seguir por ese camino Apple corría el peligro de convertirse en una empresa más del sector.
En sus puestas en escena, Jobs siempre se reservaba «una cosa más» para el final, algo que dejara a la prensa con la boca abierta. El pasado 12 de septiembre, Apple exhibió otra estrategia y prefirió mostrar su iPhone 5 al principio de su presentación lo que hizo que el interés fuera decayendo con el paso de los minutos.
Los últimos rumores en el sector apuntan a que Apple podría estar a punto de lanzar un modelo de tableta de siete pulgadas, a medio camino entre un iPad y un iPhone, algo que no parece casar con las ideas que tenía Jobs en 2010 cuando consideraba ese formato como «demasiado pequeño para expresar el software» comparado con el iPad.
Jobs previó que ese tipo de tableta no tendría futuro, pero según los ejecutivos de Apple, cambió de parecer poco antes de morir.
Dispositivos como el Kindle Fire de Amazon han demostrado que existe un nicho de consumidores para tabletas de gama media por precios más asequibles, 159 dólares (unos 204 euros) frente a los 499 dólares (642 euros) de un iPad.
Ese negocio también podría resultar muy lucrativo para Apple, compañía a la que no le vendría mal recuperar la magia de Jobs para mostrar el aparato como algo innovador y atractivo. EFE