Ayer, fueron sepultados los restos de Sandro, más conocido como el ‘Elvis Presley argentino’. El cementerio privado de Longchamps, fue su última morada.
EL ÚLTIMO ADIÓS
En una jornada de calor agobiante, una verdadera multitud hizo cola en el Congreso para despedir a Sandro, quien murió el lunes pasado, a los 64 años.
El ídolo fue velado con el féretro abierto, pero su esposa, Olga Garaventa, pidió que no se tomaran imágenes.
Con fotos del popular artista, camisetas con su cara y rosas rojas en mano, numerosas seguidoras, la mayoría ‘Nenas’, como el artista llamaba a su seguidoras, desafiaron el pesado ritmo veraniego del centro porteño para despedirlo.
Las puertas del Parlamento se cerraron a las 23h00 de Argentina y volvieron a reabrirse a las 10h00 del miércoles, para que los seguidores le tributen el último adiós al ídolo.
UN JUSTO HOMENAJE
Los restos del ‘Gitano’ fueron trasladados al ‘Gloriam Cementerio’, Jardín de la localidad bonaerense de Longchamps, a las 8h00.
El cortejo tomó Combate de los Pozos, Belgrano y luego la Av. 9 de Julio, y fue escoltado por la Policía Federal hasta el Puente Pueyrredón, sobre el Riachuelo, que marca el límite de jurisdicción.
La caravana fúnebre recorrió por el Hipólito Yrigoyen e hizo un alto frente a la casa del artista en Banfield, meca de sus ‘Nenas’, quienes cada 19 de agosto acudían para saludar a Sandro en su cumpleaños, que ahora, tras la noticia de su deceso, fue otro de los lugares donde se concentraron las múltiples manifestaciones de dolor.
La ceremonia finalizó a las 14h00.
SANDRO
NO MORIRÁ
Sandro fue considerado uno de los fundadores del rock en español y llamado ‘El Elvis de América’, por el furor que despertó entre miles de mujeres. El ‘Gitano’ grabó 52 álbumes que vendieron ocho millones de copias y dejó clásicos como ‘Rosa, Rosa’ y ‘Dame Fuego’.
Sandro lamentablemente era adicto al tabaco, pero nunca a la fama.
Era un hombre de perfil bajo, celoso de su intimidad. Vivía en una casa rodeada de muros al sur de Buenos Aires. Hasta allí iban sus ‘Nenas’, como él apodaba a sus admiradoras. Sandro salía a saludarlas con su clásica bata y volvía a su encierro. Sólo contadas veces iba a un programa de televisión y siempre dependía del micrófono con oxígeno.
Un loco soñador que se entregó a la balada romántica. Sus movimientos pélvicos y la pasión que le ponía a sus melodías, serán recordadas de por vida.
«Hasta siempre Sandro. Siempre te recordaremos como uno de los mejores intérpretes de la música», expresó entristecida una fan del cantante.
Las lágrimas se perdieron en un desfile interminable de anécdotas. Una prueba más de las huellas, que dejó el ‘Gitano’ en el corazón de sus seguidores. Ya es mito y leyenda. Un fenómeno.