Una investigación interna en el Hospital Abel Gilbert Pontón de Guayaquil descubrió que una red de corrupción comercializaba los medicamentos que destinaban a esa casa de salud, y que son subsidiados por el Gobierno.
La fuga de medicamentos se iniciaba con el jefe de sistemas, Javier Patiño, quien manipulaba el programa informático que llevaba el control del stock de medicamentos del hospital.
El funcionario primero elaboraba recetas duplicadas o hacía órdenes de retiros falsas para personas externas que no eran pacientes, y además permitía que los despachadores de farmacia y la auxiliar de enfermería sustraigan los medicamentos sobrantes o los que no habían sido suministrados a los pacientes.