El presidente sirio, Bashar al Asad, hizo ayer una de sus escasas apariciones públicas al participar en una mezquita en Damasco en la oración de Aid al Fitr, la fiesta del final de Ramadán, en un día en el que expira el mandato de los observadores internacionales de la ONU en Siria.
Los medios estatales anunciaron que Al Asad rezó en la mezquita de Al Hamd, ubicada en el barrio Al Muhayerin, en Damasco, junto a varios altos cargos del Estado y del partido gubernamental de Al Baaz.
Las imágenes difundidas por la televisión estatal mostraron al mandatario sirio en la primera fila de decenas responsables y ciudadanos sirios escuchando junto al mufti del país, Ahmed Hasun, el sermón del imán.
La violencia continúa pese a los últimos esfuerzos mediadores, con la designación del diplomático argelino Lajdar Brahimi como enviado de la ONU y la Liga Árabe para Siria.