Julio, 35 años. Tengo una tienda cerca de un convento de monjitas. Todas son unas mujeres muy correctas y las respeto mucho. Una de ellas es demasiado bonita y no me explico por qué no puedo sacármela de la cabeza y me gustaría ser su amigo para convencerla de llevar una vida normal. Estoy seguro, que ella no está feliz siendo monja, pues una vez me miró de una manera muy coqueta y me sonrió. Por algún extraño motivo, esta situación me esta volviendo loco. La chiquilla se ha convertido en mi obsesión. Terminé con mi novia solo para que la hermanita sepa que estoy solo y de esa forma dejar la puerta abierta para que tengamos una relación.
Mi querido Julio:
Respeta las decisiones de las personas. Si ella quiso ser monja por algo será. Los hombres suelen confundir un gesto amable con coquetería. Deja de soñar y coloca los pies sobre la tierra.
Tu amiga Conchita