Vie. Sep 20th, 2024

Jorge Daniel Fossati sueña en grande. Aceptó un reto que tenía enormes riesgos al recibir a principos de año a un equipo disminuído, que acababa de ganar la Copa Libertadores y coronarse subcampeón mundial de clubes en la final de Tokio, frente al ultrapoderoso Manchester United.
Los grandes éxitos trajeron como consecuencia la salida de las principales figuras. Se fue ‘Dinamita’ Guerrón al Getafe español y luego partió ‘Chucho’ Bolaños y el equipo se quedó sin pulmotores. Sin la contundencia imparable por las rayas, las diagonales mortíferas, los ‘centros de la muerte’ y los cañonazos que pedían red y terminaban en ella. Partió Rambert Vera al América de México y el mundo albo pareció derrumbarse. La influencia del aguerrido paraguayo en la zona más importante de la cancha, desbarató el equilibrio.
Su casta ganadora, su espírirtu inclaudicable, su trajinar incansable en las dos áreas, desestabilizó el juego colectivo de la ‘U’. Nadie logró tomar la posta de caudillo y motor espiritual del engranaje albo y para colmo, en medio camino se marchó Damián Manso, luego de un huracán de desencuentros, marchas y contramarchas, desmentidos y rencores, hasta que el Pachuca mexicano colocó el dinero suficiente en la mesa para saciar la voracidad sin pausas de su representante Oscar Passet y del menudo volante argentino, que se hacía el distraído, pero que en el fondo quería irse para llenar su cuenta de dólares.
Era explicable, entendible, pero jamás fue justificable, los métodos mercenarios y espalderos, que manejaron Passet y el ‘Piojo’ para forzar la negociación.
La estructura estaba quebrada. Vino la temprana eliminación en la primera fase de la Copa Libertadores de América y el sueño de grandeza se derrumbó como un castillo de naipes.
Fossati pisó las arenas del fracaso y las voces adversas se levantaron por doquier anunciando el final de la época pródiga. Hasta que llegó la Recopa y el impensado regreso de Vera, deshauciado injustamente en las Águilas. Fue la bendición para la ‘U’.
El fuste del volante guaraní le devolvió mística y fortaleza y el trabajo colectivo se empinó como por encanto. Bieler retomó su imparable racha goleadora y todo fue ‘miel sobre hojuelas’ en la disputa de la Recopa frente al temible Internacional de Porto Alegre.
Fossati levantó la primera copa bajo su mandato y el trofeo le devolvió a Liga su sitio de privilegio en el ámbito internacional. La tribuna se encantó.
En el medio estaba el campeonato nacional y el estratega uruguayo privilegió desde el arranque la disputa de la Copa Sudamericana. Tropezó en la configuración de algunas formaciones en el torneo doméstico y le entregó al Deportivo Quito en bandeja de plata la opción para proclamarse finalista del campeonato 2009, mientras el once universitario caminaba con aplomo en el evento sudamericano, hasta cerrar con broche de oro la obtención del boleto a la final, tras dejar en el camino con soberbios triunfos a Vélez Sarsfield y a River, en una noche de ‘gatillo fácil’, que  hizo morder la impotencia a los charrúas.
Ahora el sueño de la tercera copa está en la palma de la mano. Hay plantel y fútbol. Ganas y fe. Vamos Campeón. ¡A triturar al Fluminense..!

* La Libertadores y la Recopa ya reposan en la vidriera gloriosa de Liga. Falta la Sudamericana y Fossati sueña con ella. Será el broche a un ciclo excepcional e inolvidable.  Por: Raúl Cruz Molina

Por ccarrera