Fabricio, 39 años. Soy el último de mis hermanos. Todos se casaron cuando yo era pequeño, por eso mi madre se aferró a mi compañía. Nunca se interpuso en mi vida sentimental, pero tampoco tuve valor para dejarla sola, por eso cuando me casé la lleve a mi nueva casa.
Mi madre y mi mujer se llevaban muy bien, el problema empezó cuando nació mi hijo. Mi progenitora, se toma atribuciones que no le corresponden e interviene mucho en la educación del niño, mientras que mi esposa no permite que el pequeño se acerque a su abuela. La situación es difícil porque ambas se lastiman verbalmente y mi hogar se volvió un campo de batalla.
Mi querido Fabricio:
No permitas que nadie intervenga de manera negativa en la educación de tu hijo. Tu madre, debe ayudar a tu esposa y aconsejarle cuando sea necesario. Tu niño, no está creciendo en un ambiente sano.
Tu amiga Conchita