Patricio, 46 años. Tenía un poco de dinero guardado en un lugar secreto de mi casa. Lo escondí muy bien para que mi esposa y mi hijo no se den cuenta de que estaba ahorrando. Ambos son unos botaratas, piensan que soy millonario y me explotan. Lo peor de todo es que mi «retoño» se gasta lo poco que tengo en trago y mi mujer es su alcahueta. Él no es un chiquillo. Ya tiene 25 años, nunca en su vida ha trabajado y ni siquiera terminó el colegio. Se pasa todo el tiempo con sus amigos haciendo quien sabe qué. Más de una vez he querido ponerle en horma, pero mi esposa no me lo ha permitido. Por último el
Mi querido Patricio:
A veces los padres sobreprotegen y subestiman demasiado a sus hijos. Esto los vuelve dependientes e irresponsables. No le socapes más, es la única manera de que entre en vereda. Mano dura.
Tu amiga Conchita