La niña afgana Tarana Akbari fue la protagonista de la imagen ganadora del premio Pulitzer a la mejor «fotografía noticiosa de última hora». Ella participaba en la ceremonia de una festividad religiosa del Ashura, en Kabul, cuando un atacante suicida hizo estallar una bomba, matando a 70 personas.
La pequeña fue fotografiada llorando y gritando horrorizada por Massoud Hossaini en medio de las víctimas, entre las que se encontraban hombres, niños y mujeres con sus bebés muertos en los brazos.
Hoy, la niña de 11 años, relató como fue su traumática experiencia recordando «cuando me pare vi que todos estaban en el suelo, llenos de sangre. Yo estaba muy, muy asustada», dijo.
La pequeña, que se hizo conocida como la «niña del vestido verde», por el color de la ropa que llevaba puesta ese día, declaró que todavía tiene pesadillas con lo que ocurrió ese día y que nunca más se volvió a poner ese traje, aunque era T»mi mejor vestido».
La niña relató que el pasado 12 de diciembre fue con otros 16 familiares a ver las manifestaciones del Ashura, una de las fiestas sagradas chiitas, culto que profesa su familia cuando fue el atentado.
Tarana, cuyo nombre significa «melodía» en persa fue ligeramente herida en una pierna. Siete personas de su familia murieron, incluido su hermano pequeño Shoaib, de siete años. Su madre y sus hermanas Sunita, de 15 años, y Sweeta, de cuatro, resultaron heridas. El padre no estaba en el lugar.
Hossaini, autor de la desoladora imagen, recibió el Pulitzer -el «Oscar» del periodismo en Estados Unidos- «por su descorazonadora imagen de una niña llorando de miedo tras un ataque suicida con bomba en un templo abarrotado de gente en Kabul», anunció el comité que entrega el premio en Nueva York.
La fotografía de la niña afgana, de pie sobre una pila de cuerpos, capturó la devastación del momento inmediatamente después del ataque de un suicida con bomba durante una procesión chiita a un templo lleno de fieles.
En 2011, en febrero, la foto ya había ganado el segundo premio en la categoría «Información» del concurso World Press Photo Award.
Tras esta nueva distinción Massoud Hossaini se manifestó «extremadamente feliz de ser el primer afgano en ganar un Pulitzer».
«Estoy también honrado de ser un afgano que pudo testimoniar la vida y momentos difíciles que enfrenta la gente aquí. Sé que cualquiera que vea esta foto va a pensar primero en el fotógrafo, pero realmente espero que no olviden el sufrimiento de la gente de Afganistán»
Hossaini recordó el momento en que capturó la imagen premiada: «estaba cubriendo las celebraciones de la Ashura, durante las cuales los hombres se flagelan con cadenas (que acaban en láminas filosas), cuando de repente hubo una explosión enorme», dijo.
Hossaini, quien comenzó a trabajar para AFP en 2007, estaba a pocos metros del lugar en que estalló la bomba el 6 de diciembre del año pasado y que causó la muerte de al menos 70 personas.
En una entrevista que dio el fotógrafo poco después a la propia AFP, Hossaini relató lo sucedido.
«Estaba mirando mi cámara cuando de repente se escuchó la explosión», dijo. «Por un momento no entendí nada, sólo sentí la ola de la explosión como un dolor en el cuerpo. Me caí al piso».
«Vi a todo el mundo corriendo, alejándose del humo. Me senté y vi que mi mano sangraba, pero no sentía dolor».
«Mi trabajo es saber lo que está pasando, así que corrí en el sentido contrario al que corría todo el mundo», continuó Hossaini. «Cuando se disipó el humo, vi que estaba en el medio de un círculo de cadáveres».
«Sólo atiné a llorar y a sacar fotos a mi alrededor».
«No ayudé a nadie porque no podía, realmente estaba en ‘shock’. Sabía que tenía que cubrir eso, registrarlo todo, todo el dolor, la gente corriendo, llorando, golpeándose el pecho, gritando: ‘Muerte a Al Qaida, muerte al Talibán'».
Luego miró hacia la derecha y vio a una niña, Tarana Akbari, de entre 10 y 12 años. Gritaba de terror con la ropa manchada de sangre y las manos abiertas en señal de impotencia y desesperación. Estaba rodeada de montones de cuerpos.
«Cuando Tarana vio lo que le había ocurrido a sus hermanos, primos, tíos, madre, abuela, a todos a su alrededor, sólo podía gritar».
«Hizo muchas cosas, pero si se ven mis fotos, está siempre gritando. Esta horrorizada reacción fue lo que quise capturar», dijo el fotógrafo.