Anita Morales, vio partir a su hijo hace 10 años. Desde ese entonces, no lo ha vuelto a ver. El llanto ahoga su voz y le impide hablar, pero aun así, quiere envirle un mensaje a su vástago.
«No hay nada más triste que sufrir la ausencia de un ser querido, mucho más si se trata de un hijo.
Mi Miguel se fue hace diez años. La economía estaba difícil y tuvo que salir del país para recuperarse de la crisis. Mi nuera también viajó con él y hasta el día de hoy no he vuelto a verlos.
Sé que al principio, no podía regresar, porque no tenía papeles y que ahora las ocupaciones le impiden venir.
Me dio el gusto de enviarme a mi nieta Kenia, para que la eduque, pues España no es un buen lugar para que una niña crezca.
La nena estuvo conmigo al rededor de nueve meses. En todo ese tiempo me sentí muy feliz y me encariñé demasiado. Estar con ella, erá como tener a mi lado a un pedacito de Miguel, pero Kenia extrañaba mucho a sus padres y ahora la estoy despidiendo.
Los niños tienen que estar con sus padres. Realmente mi nieta, sufría mucho estando lejos de ellos. Traté de consentirla y de darle todo mi amor, pero nada suple la caricia y la voz de la madre.
Llevo el rostro de mi hijo grabado en mi corazón. Rezo todos los días para que Dios me lo mantenga con vida.
Me gustaría decirle, que lo quiero mucho y que me muero por tenerlo entre mis brazos. Quiero pedirle que me dé el gusto de verlo en vivo y en directo, aunque sea por un ratito. Necesito escuchar su risa y sentir su calor. Lo extraño infinitamente.
Anita Morales, vio partir a su hijo hace 10 años. Desde ese entonces, no lo ha vuelto a ver. El llanto ahoga su voz y le impide hablar, pero aun así, quiere envirle un mensaje a su vástago.
«No hay nada más triste que sufrir la ausencia de un ser querido, mucho más si se trata de un hijo.
Mi Miguel se fue hace diez años. La economía estaba difícil y tuvo que salir del país para recuperarse de la crisis. Mi nuera también viajó con él y hasta el día de hoy no he vuelto a verlos.
Sé que al principio, no podía regresar, porque no tenía papeles y que ahora las ocupaciones le impiden venir.
Me dio el gusto de enviarme a mi nieta Kenia, para que la eduque, pues España no es un buen lugar para que una niña crezca.
La nena estuvo conmigo al rededor de nueve meses. En todo ese tiempo me sentí muy feliz y me encariñé demasiado. Estar con ella, erá como tener a mi lado a un pedacito de Miguel, pero Kenia extrañaba mucho a sus padres y ahora la estoy despidiendo.
Los niños tienen que estar con sus padres. Realmente mi nieta, sufría mucho estando lejos de ellos. Traté de consentirla y de darle todo mi amor, pero nada suple la caricia y la voz de la madre.
Llevo el rostro de mi hijo grabado en mi corazón. Rezo todos los días para que Dios me lo mantenga con vida.
Me gustaría decirle, que lo quiero mucho y que me muero por tenerlo entre mis brazos. Quiero pedirle que me dé el gusto de verlo en vivo y en directo, aunque sea por un ratito. Necesito escuchar su risa y sentir su calor. Lo extraño infinitamente.