22 mar (EFE).- La huelga general convocada hoy en Portugal por los sindicatos comunistas contra la reforma laboral registra una adhesión muy irregular e inferior al paro de hace cuatro meses, según fuentes sindicales, portavoces de entidades públicas y privadas, y medios lusos.
La protesta tiene una incidencia alta en el transporte público, aunque no ha conseguido paralizarlo, baja en las empresas privadas y el comercio, y moderada en las administraciones, donde sus efectos han sido notables en servicios municipales como el de basuras y menos perceptibles en colegios, hospitales y organismos estatales.
Según los primeros comentarios de fuentes sindicales, portavoces de entidades públicas y privadas y la cobertura de los medios lusos de comunicación, donde no se siente la protesta, la tercera huelga general que vive Portugal en menos de 16 meses logra una limitada incidencia en el país.
Armenio Carlos, el nuevo secretario general de la central sindical que ha convocado en solitario la huelga, la CGTP (Confederación General de Trabajadores Portugueses), reconoció hoy las dificultades para movilizar a los trabajadores, en unas declaraciones recogidas por la emisora TSF de Lisboa.
La actividad en la capital lusa y las principales ciudades se desarrolla con visible normalidad, salvo los mayores problemas de tránsito causados por la falta de transporte.
Esta protesta, la segunda que sufre el primer ministro conservador Pedro Passos Coelho desde que ganó las elecciones anticipadas de junio de 2011, no ha tenido el respaldo del otro gran sindicato luso, la socialista UGT (Unión General de Trabajadores) que sí se sumó al paro del 24 de noviembre.
Sobre el seguimiento de la huelga sólo habrá hoy datos de la CGTP una vez que las patronales nunca hacen balance y el Gobierno decidió no informar esta vez de la incidencia en el sector público.
Los portavoces de los sindicatos afiliados a la central comunista destacaron que el paro en los transportes públicos, el sector donde tradicionalmente más adhesión logran las huelgas, oscila entre el 70 y el 100 %.
Sin embargo, a diferencia de la huelga de noviembre, hay circulación de los trenes de cercanías en Lisboa y de los barcos que unen el centro de la capital con la populosa margen sur del río Tajo.
El metro de la capital, que usa medio millón de viajeros cada día, está paralizado y las líneas de autobuses urbanos operan con mucha irregularidad.
En Oporto, donde la Policía intervino en incidentes con piquetes de sindicalistas del transporte, la incidencia en ese sector es inferior a la de Lisboa, aunque la segunda urbe de Portugal también acusa los efectos del paro con la circulación de más vehículos particulares de lo habitual.
De acuerdo con fuentes sindicales, durante la madrugada la huelga fue seguida por cerca de la mitad del gremio de los enfermeros, aunque no se ha informado de que se hayan cerrado servicios hospitalarios.
Las radios y televisiones de Portugal informaron de que hay servicios municipales y estatales de atención al público a medio gas, aunque con pocas interrupciones, y que algunos colegios públicos han cerrado sus puertas.
Durante toda la madrugada, los dirigentes de la CGTP, con Armenio Carlos al frente, recorrieron Lisboa para fomentar la huelga en servicios como los de basuras y bomberos.
El paro ha afectado también a las comunicaciones aéreas y marítimas de Portugal, aunque aún no hay datos oficiales de sus respectivas autoridades.
Portavoces sindicales aseguraron que al menos quince barcos en curso hacia puertos lusos fueron desviados de su ruta por el cese de actividades de los estibadores.
La empresa nacional de aeropuertos, ANA, recomendó a los pasajeros que se cercioren de la salida de sus vuelos antes de desplazarse a las terminales.
La CGTP intensificó en las últimas horas los llamamientos a la huelga y ha convocado hoy manifestaciones en las principales ciudades lusas.
El objetivo principal del paro es protestar contra la reforma laboral preparada por el Gobierno conservador y pendiente de una aprobación parlamentaria que tiene garantizada con su mayoría absoluta.
Los sindicatos quieren mostrar también su descontento con las drásticas medidas de austeridad aplicadas por Passos Coelho para cumplir los requisitos del rescate financiero de 78.000 millones de euros que obtuvo Portugal el año pasado. EFE