Ana María (30 años). Hace unos días me encontré con un amigo que no veía desde hace tiempo y nos tomamos unos tragos. Todo estaba bien hasta que nos encontramos con más amigos, y decidí volver a mi casa. No sé que tenía en la mente, pero me llamó indignado a reclamarme e insultarme. Yo por supuesto le dije que no volviera a hablarme. Pero no puedo evitar la decepción que me provocó su actitud.
Querida Ana María:
La mejor decisión es alejarte de esa clase de personas. Nadie tiene derecho a tratarte mal ni a insultarte y menos por razones tan pequeñas. Es una oportunidad para valorar las verdaderas amistades y escoger tu círculo.