Lun. Nov 25th, 2024

El versículo de la Biblia que dice “creced y multiplicaos, y llenad la tierra” (Génesis 1:28) cobra un significado literal en Jerusalén, donde una mujer  a los 99 dejó una prole de 1.400 descendientes, entre hijos, nietos, bisnietos y tataranietos.
Se trata de Rachel Krishavsky, una abuela judía, que murió el pasado fin de semana en Jerusalén, y que durante su dilatada vida parece haber cumplido al pie de la letra con el precepto bíblico, según informó el diario “Yediot Aharonot”.
Esta “superabuela” judía se casó a los 18 años con un primo suyo, Itzhak, ya fallecido, y como manda la tradición ultra-ortodoxa, ambos cumplieron con su cometido trayendo al mundo un total de once hijos: siete varones y cuatro mujeres.
Krishavsky educó a sus descendientes con la idiosincrasia judía en la que los niños son considerados una “bendición”, ideal, que sus hijos adoptaron al pie de la letra, porque le dieron 150 nietos.
Los nietos siguieron la tradición familiar de ahondar en la procreación y le trajeron al mundo no menos de un millar de bisnietos, que tampoco defraudaron a la abuela Krishavsky y que a día de hoy suman en total cientos de bisnietos y tataranietos.
La matriarca del clan falleció el sábado pasado “en medio de un mar de descendientes a su alrededor”, describe el rotativo israelí, una descendencia difícil de estimar, según los propios familiares.
“Nuestra valoración es que somos unos 1. 400, porque cada uno en su generación ha sido bendecido con muchos niños”, manifestó al diario, uno de los nietos de Krishavsky.
La extensísima familia lamenta la pérdida  de esta gran matriarca y la recuerda en su lugar de residencia junto al popular mercado de Majané Yehuda de Jerusalén.

Por ccarrera