Dom. Sep 22nd, 2024

Rosa Isabel Erazo Guaspud, es una de las tantas carchenses que vinieron a buscar una mejor vida en la capital y que ahora deben sobrevivir con caridad.
Cansada, sucia y con desesperación se pasea por Santa Rita con su escoba y con la predisposición de servir a los demás para conseguir el sustento diario.

HISTORIA
Esta triste señora cumplirá 49 años en noviembre. Con lágrimas en los ojos nos cuenta su historia:
“A mis 10 años salí de mi casa a buscar suerte. Vine acá a vivir con una de mis hermanas. He hecho de todo desde ese tiempo, menos estudiar”, afirmó Rosita.
Con 11 hermanos, argumenta que solo contó con sus 3 hermanas mujeres. En un camino lleno de pobreza tuvo que salir adelante, barriendo, limpiando y haciendo de todo un poco. Con dos pequeños hijos a su cargo, decidió casarse a los 18 años. Fruto de la unión, 3 niños más vinieron al mundo. Sin embargo, la terrible situación la obligó  en 1993 a dejar a su marido.
“La niña amaneció un día y dijo que la habían violado, ella aseguró que fue su padre. Ahí fue cuando me volví loca”, susurró con lágrimas en el rostro.
A raíz de esta situación sus 5 hijos tuvieron que ir a un orfelinato. “De lo que supe, uno está en el centro del Muchacho Trabajador, los otros tres en el orfanato del Carlos Andrade Marín”, dijo indignada.

LOCURA, DOLOR Y SOLEDAD
Aquí empezó su dolor, y a raíz de la separación, Rosa tuvo que ser internada en el Hospital Psiquiátrico San Lázaro.
“Salí nosé hace cuanto, no me acuerdo. Cada vez que quise ir a visitar a mis hijos, la policía me amenazaba y me decía que me iba a meter presa. Sufrí mucho y nunca hubo alguien que me ayude”, afirmó.
Despúes de intentarlo varias veces sin conseguir nada, llegó a Santa Rita, al sur de la capital, donde encontró la forma de subsistir con trabajo y esfuerzo. Rosa entraba al Registro Civil para limpiar y para asesorar a las personas que iban a realizar sus trámites. Y esperaba afuera para limpiar los dedos de los cedulados, todo con el propósito de conseguir el pan del día.

LE QUITARON EL TRABAJO
Sin embargo, la tranquilidad le duró poco tiempo, debido a que despúes de las denuncias, que existían los tramitadores en las instalaciones, le prohibieron el ingreso. “Rosita solo quería ayudar, pero me quitaron charol de caramelos. Limpiaba los deditos, ese era mi sustento. Ahora solo barro las calles y nadie me regresa ni a ver. Nadie me paga”, recalcó Rosita.

LA SOCIEDAD NO LE APOYA
No conforme con toda la penuria que siente esta desdichada mujer, nos comentó que le quitaron el bono solidario hace 5 años por estar internada en el San Lázaro.
Ahora quiere ayuda de parte de todos. Sea con trabajo o ayudándole a conseguir su bono nuevamente. Necesita un hogar, ya que a su edad no puede seguir durmiendo en las calles o en donde le caiga la noche.
Rosita se encuentra en las afueras del Registro Civil todos los días, de 6 de la mañana a 6 de la tarde. Si usted conoce algún albergue donde la puedan recibir o como ayudar a esta mujer, por favor hágalo.
La vida no es color de rosa para todos, un granito de arena hace la diferencia.

Por ccarrera