Maritza Aldaz, es la madre de Verónica y Patricia Castañeda. Ella junto a su esposo lucharon para darles una profesión a sus hijas, quienes lastimosamente no lograron encontrar un buen trabajo.
El destino empujó a las hermanas Casteñeda a marcharse del país y ahora su madre nos cuenta su historia.
» Diez años atrás, la situación del país era crítica. Varios de los profesionales que se graduaron en ese tiempo, vieron sus sueños frustrados. Pero la vida no se queda quieta y si nos dormimos, fácilmente nos arrastra.
Mis hijas estudiaron contabilidad. Tenían muchos sueños, pues esa carrera, siempre ha sido bien pagada, pero no corrieron con suerte.
Ahora vivien en España. Allá no hay título que valga.Hay miles de profesionales ecuatorianos, como médicos, abogados, administradores, etc, que manejan taxis, construyen casas o sirven a los españoles.
Mis hijas trabajan en quehaceres domésticos. Quien iba a pensar que ellas limpiarían casas. Si una persona estudia, es porque quiere superarse, pero el destino a veces nos juega mal.
Por lo menos ganan bien. Eso les ha dado mucho ánimo para continuar. Ahora ya ha pasado bastante tiempo desde que se fueron y todos los sueños quedaron olvidados. Hay nuevas aspiraciones y otras metas que cumplir.
Su vida ha cambiado mucho. Ellas laboran muy duro, para que mis nietos tengan más oportunidades. No tienen planes de regresar. Vienen de vez en cuando, sólo para visitarnos y ya nos hemos hecho a la idea de tenerlas lejos.
En esta ocasión, me gustaria decirles que las quiero mucho. Les pido que no se aparten del camino de Dios. Los padres terrenales solemos fallar, pero el Señor, es fiel y nunca falla».