Es un sentimiento que todos poseemos y que tienen un peligro potencial, si no somos capaces de controlar. Algunos elementos que hacen que sean difíciles de asumir, son la falta de confianza en uno mismo, el miedo a perder lo que se supone que se tiene, o la envidia hacia alguien.
La persona que no los controla, realmente siente un sufrimiento intenso. Sus síntomas habituales son malestar, angustia, nerviosismo, tristeza, inseguridad y retraimiento.