Una fábrica clandestina de juegos pirotécnicos quedó reducida a escombros tras el siniestro. No cumplía con las normas de seguridad.
Dos personas resultaron con quemaduras, tras la explosión de la fábrica ubivada en el sector Paccha, en Cuenca.
El propietario, Miguel Sigüa sufrió quemaduras de segundo y tercer grado en el 60% de su cuerpo, al igual que su cónyuge, pero en menor grado.
Antes de ser trasladados a la casa de salud, expresaron que estaban laborando con normalidad y desconocen lo que provocó el percance.
El olor de pólvora, mezclado con el de pintura, invadía las inmediaciones del inmuble, según informó Patricio Lucero, miembro de los bomberos.
Tras escalar una empinada ladera, los 40 socorristas esparcieron agua sobre los carrizos, latas y bloques, que quedaron uno sobre otro, luego de que la onda expansiva, que abarcó diez metros, destruyó todo, incluso la morada de los perjudicados, localizada a menos de 10 metros, sufriendo daños en el techo, en los ventanales y cimientos.
El Cuerpo de Bomberos realiza controles frecuentes a este tipo de establecimientos.