Vie. Nov 22nd, 2024

19 oct (EFE).- Quienes conocen a Julio Grondona destacan su gran capacidad de liderazgo, su personalidad de caudillo y su enorme habilidad para negociar, virtud con la que ha logrado sobrevivir a dictaduras militares y a gobiernos democráticos de diferentes colores políticos.

Sus detractores le acusan de haber impuesto una política de miedo y prebendas para mantenerse durante 32 años en la presidencia de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), cargo para el que este martes fue reelegido por goleada, aunque en medio de un escándalo porque otro dirigente también se arrogó haber sido designado para ocupar su sillón.

A los 80 años, y con un estado de salud delicado, Grondona parece haber encontrado esta vez en el empresario Daniel Vila a una figura decidida a enfrentarle con fiereza, aunque sus allegados confían en que el hombre fuerte del fútbol argentino hará honor, como siempre, al «todo pasa», su frase de cabecera que incluso lleva impresa en un anillo de oro macizo que no abandona jamás.

Grondona nació en la localidad de Avellaneda el 18 de septiembre de 1931, en la periferia de Buenos Aires. Desde entonces vive en la vecina Sarandí, donde es dueño de una ferretería que heredó de su padre y de algunos otros negocios relacionados con la construcción y la venta de combustible.

Está casado con Nélida Pariani, una exempleada de la ferretería familiar y con la que tuvo tres hijos, Liliana, Humberto y Julio, quienes le dieron seis nietos.

Su pasión por el fútbol lo llevó a fundar en 1956 el club Arsenal de Sarandí, que lideró desde 1957 hasta 1976, año en el que pasó a presidir al Independiente, el equipo del que es hincha y con el que consiguió dos títulos de campeón.

En 1979, después de que la selección argentina absoluta ganara su primer Mundial, Grondona fue nombrado presidente de la AFA en sustitución de Alfredo Cantilo.

«A mí me eligieron los representantes de 35 clubes, no la dictadura», suele responder cuando se le pretende vincular con el régimen militar que gobernó de facto el país entre 1976 y 1983.

La entidad rectora del fútbol argentino le catapultó a la vicepresidencia de ese imperio llamado FIFA, en el que ha sido y es un hombre de extrema confianza, primero del brasileño Joao Havelange y actualmente del suizo Joseph Blatter.

Bajo sus alas, entre otros logros, la Albiceleste se consagró en México’86 y las selecciones nacionales sub’20 se adjudicaron seis coronas mundiales, la AFA se convirtió en una entidad rica en un contexto de clubes pobres y la marca del fútbol argentino adquirió una notable valoración internacional.

Amasó mucho poder y supo hacer de la transmisión televisiva de los partidos un excepcional negocio económico, en principio con empresas privadas y desde 2009 con el Estado.

Defendió a capa y espada al seleccionador Carlos Bilardo cuando hasta el Gobierno intentó desestabilizar su gestión antes del Mundial de México, logró que la Justicia archivara por falta de pruebas todas las causas presentadas en su contra, y se peleó y reconcilió mil veces con Diego Maradona.

En 32 años al frente de la AFA, una sola vez Grondona tuvo oposición en la asamblea en la que se dirimía la presidencia de la entidad. Fue en 1991 y quien compitió con el veterano dirigente fue el fallecido exárbitro Teodoro Nitti, quien solo obtuvo un voto.

Hace unas semanas, el titular del Vélez Sarsfield, Fernando Raffaini, aseguró que conseguiría los siete avales necesarios, según la reglamentación de la AFA, para presentarse como candidato a la presidencia.

Sin embargo, a la hora de la verdad no concretó su objetivo por «el miedo» a Grondona de quienes le prometieron apoyo, según destacó en su día.

Justo en la semana en que se daba por descontada su octava reelección consecutiva, dos hechos alteraron su tranquilidad.

Carlos Ávila, un exsocio de la AFA en la transmisión televisiva del fútbol, lo denunció por «administración fraudulenta» y difundió una cámara oculta en la que se veía y escuchaba a Grondona hablar de «testaferros» y de «plata negra», y otro empresario, Daniel Vila, desenfundó las armas y fue a su propia fortaleza.

Vila, dueño de varios medios de comunicación y titular del Independiente Rivadavia de Mendoza, tomó la bandera de los clubes del interior del país que no tienen voto en la AFA y con el apoyo de tres jueces también se proclamó presidente de la entidad.

Promete «democratizar» y «transparentar» el enfermo fútbol argentino, y, dice, está dispuesto a dar una batalla sin cuartel. EFE

Por ccarrera