En las últimas horas, la muerte de Osama Bin Laden causó revuelo en todo el mundo. Ahora hay que reflexionar las repercusiones de este hecho y los trasfondos también. Esto no es más que una guerra entre Oriente y Occidente. Mientras Estados Unidos interviene en los países de Medio Oriente en nombre de la paz, el mundo musulmán responde con grupos extremistas que atentan contra Norteamérica. Si bien es cierto, Bin Laden ha sembrado el terror y la violencia con sus ataques, también es cierto, que Estados Unidos vigila tierras ajenas en nombre de la paz y la democracia. Ahora y durante mucho tiempo, Estados Unidos marcará el hito del poder sobre el terrorismo.
Lo peor es, que en el fondo, es una lucha ideológica y de intolerancia.
Los mundos de Oriente y Occidente se seguirán enfrentando desde distintos flancos. Como siempre, no es hora de ver quién es el más fuerte, sino de verdad trabajar por un mundo tolerante y unido, dejando de lado los prejuicios y las prepotencias.
