Japón elevó la severidad de su crisis nuclear al máximo nivel, quedando a la par con el peor desastre atómico de Chernobil. El Gobierno japonés ha admitido que el desastre nuclear merece un 7 en la escala de sucesos nucleares (que va del 0 al 7), debido a los altos niveles de radiación detectados tras las fugas de la central. El salto de 5 a 7 sitúa el accidente en el nivel de Chernobil, ocurrido en 1986, el único precedente. Por su parte, el ministerio de Ciencia y Tecnología japonés confirmó que se encontraron pequeñas cantidades de estroncio, un metal altamente radiactivo que puede provocar leucemia, en la tierra y plantas alrededor de la central. Estas partículas se unen a otros elementos como el yodo, el cesio y el plutonio.
Mientras tanto, un portavoz de la compañía que gestiona la central, Tokyo Electric Power (TEPCO), ha reconocido el temor de la compañía a que las filtraciones de materiales radiactivos superen en el futuro a las que se produjeron en Chernóbil, ya que la filtración de radiación no se ha detenido.
En un intento desesperado por enfriar las barras radiactivas, TEPCO bombeó agua sobre los reactores, que ya experimentaron una fusión parcial en sus núcleos.