El reconocido referí plantó querella legal en contra de Francisco Cevallos. Lo demanda por injurias y daños morales. Lo fustigó.
Alfredo Intriago reconocido árbitro de la primera división del fútbol ecuatoriano, presentó una respuesta legal en contra de la agresión verbal que recibió de parte del pelotero de la Liga Deportiva Universitaria, Francisco Cevallos, el pasado 15 de diciembre, cuando laboraba como cuarto árbitro de la final del torneo nacional.
“Cevallos se acercó hacia mi de manera brusca y bastante agresiva, señalándome como delincuente y definiendo a mi madre como meretriz. Esa definición ha dañado moralmente a mi familia y a mis amigos cercanos, que se preguntan el motivo del odio empecinado que tiene el futbolista en contra mia. Pero llega a tanto la soberbia conducta de Francisco, que al definir el tiempo en el que me ha odiado, cae en un error, pues sostiene que se cansó de los 20 años de robo e injusticias, cuando yo he laborado como árbitro por 16, cuatro años menos de los que precisa”, señaló Alfredo Intriago.
“La querella legal en el plano civil se presentó en el Juzgado Número 25, mientras que el litigio penal se inscribió en el juzgado 19 de la Cartera de Justicia del Puerto Principal”, informó el árbitro manabita.
Además, aseguró que esta demanda llegará a las últimas instancias, pues cree que servirá como ejemplo para las próximas ocasiones en las que un referí sea insultado de forma vil.
“Las normas de comportamiento no se aprenden en la escuela o el colegio, es una conducta impartida desde casa. Es claro que Cevallos tiene claras deficiencias en ese plano”, insinuó con enojo, Intriago.
Al momento, Cevallos no ha emitido ningún tipo de comentario.
Conducta beligerante y agresiva
“Yo actuaba como cuarto árbitro, en ese partido. No entiendo porque un jugador que acaba de ganar el torneo de máxima categoría, se comporta de manera tan bipolar. Debía estar feliz, pero demostró furia. Eso deja claro la real forma de comportamiento del arquero”, indicó con serena tranquilidad el polémico referí. La demanda enciende la hoguera.