El argentino Independiente se proclamó hoy campeón de la Copa Sudamericana de fútbol al derrotar al brasileño Goiás por 3-1 en los 120 minutos de juego y por 5-3 en los penaltis de un partido en el que la formación de Goiania le tuvo a maltraer en el tramo final.
Dos goles de Facundo Parra y uno del juvenil defensa Julián Velázquez encarrilaron al equipo bonaerense que había perdido en la ida de la final por 2-0 ante un rival que demostró oficio y recursos que no pudo exponer en la Liga de un país, en la que perdió la categoría.
Tras 15 años de sequía en los torneos internacionales, en los que cosechó sus mejores glorias, el Independiente vuelve a buscar un lugar en sus vitrinas para guardar otro trofeo, que quedará junto a los testimonios de siete Libertadores y dos Intercontinentales.
El último título lo había logrado en la Recopa Sudamericana de 1995, ante el Flamengo brasileño en el estadio Maracaná, con Miguel Ángel López como entrenador.
El final de este semestre no estaba en los cálculos de nadie. Había comenzado con malos resultados en la Liga que provocaron la renuncia del técnico Daniel Garnero, al que sustituyó hace dos meses Antonio Mohamed.
Éste llegó y reinventó al Independiente, levantó la autoestima de sus jugadores y lo empujó hacia el título alcanzado esta noche.
Una multitud enfervorizada, nutrida con tres o cuatro generaciones de hinchas, celebró hasta las lágrimas. Los recuerdos ya le hacían mal al Independiente y un nuevo título le devuelve la alegría de tiempos mejores.
En un partido de 120 minutos, el equipo bonaerense respondió de entrada al plan de buscar la apertura del marcador lo antes posible, jugó por abajo y generó en bloque varias ocasiones de gol ante una defensa apurada, en la que Ernando y Toloi se multiplicaron para rechazar.
Después de aguantar cerca del círculo central, pasado el primer cuarto de hora, el Goiás retrasó su defensa al perder los marcajes personales que había dispuesto. Fue así como el juvenil defensa Julián Velázquez aprovechó un rechace del meta Harlei y puso en ventaja a conjunto local a los 19 minutos.
La respuesta del conjunto de Goiania fue inmediata. Tres minutos después Douglas se llevó por delante al Independiente por la banda izquierda y su centro fue conectado de cabeza por Rafael Moura, que igualó y dejó en silencio al estadio.
La formación de Avellaneda sintió el golpe, perdió claridad en el sostenido ataque que impuso en el partido, pero el vértigo complicó a los defensas brasileños, que en un intento de sacar la pelota de su área provocaron que Parra chocara con ella y marcara el segundo tanto local a los 27.
Dejó de jugar al ras del piso el Independiente, el fervor provocó el pelotazo como recurso y tras una jugada personal de Rodríguez y un centro impreciso, Parra cayó al suelo y con un toque en posición incómoda marcó el tercero del Independiente a los 34.
Era el gol que igualaba el marcador global, la situación soñada durante una semana por el equipo argentino. La que comenzaba a dar la razón al técnico Antonio Mohamed cuando después del 2-0 en Brasil dijo: «nos dejaron vivos. Ahora que se cuiden».
Los intentos de reacción del Goiás preocuparon pero no levantaron vuelo, porque el conjunto rojo (esta noche de azul) puso en práctica la trampa de fuera de juego en la que los muchachos de Artur Neto cayeron con frecuencia.
El punta Parra, que jugó su mejor partido desde que le fichó el Independiente, provocó reiterados desajustes en la defensa brasileña, cada vez menos sólida por la necesidad de su equipo de buscar alguna alternativa ofensiva, como la que creó Moura a los 63 minutos, tapada por Hilario Navarro.
Moura tuvo dos ocasiones inmejorables para darle el título a su equipo, pero las malogró bajo los palos. La prórroga se disputó con dos equipos agotados físicamente. Y Moura volvió a fallar para un Goiás mejor dispuesto en los minutos finales, más ambicioso.
En los penaltis, el Independiente logró no solamente el título en la Sudamericana, sino su regreso sin escalas a la Libertadores, lo que anhelaba desde hacía varios años.