Hace 70 días, los ojos del planeta se concentraron en una mina del norte de Santiago de Chile. Treinta y tres padres de familia, hijos, esposos, amigos, fueron entrerrados bajo tierra por un desorden en la capas subterráneas. Su vida parecía extinguirse y cada vez que se hablaba de su supervivencia, era tomado como un absurdo. Pero la esperanza dio su golpe de suerte y a través de un mensaje, que sorprendentemente constaba de 33 caracteres, se informaba de la condición estable de los obreros. Ese fue el punto de arranque para que el gobierno de la República hermana inicie la dura tarea del rescate.
Lo sorprendente del caso es la unión de un pueblo, como lo ratificó su presidente Sebastian Piñera. “Somos una nación unida ante el desastre, pero cambiemos esa realidad. Que el ejemplo de los mineros nos ayude a entender la capacidad que tenemos como pueblo para conseguir nuestros anhelos”, señaló.
Es que sin duda, la fe y la esperanza del pueblo chileno, jamás disminuyó, y hoy se refleja en el rescate de los obreros.