El viernes en horas de la noche se definió el traspaso de Joffre Guerrón a River Plate de Argentina.
El acuerdo contempla el préstamo del jugador por un año y el precio de la transacción, exigida por el Getafe español, dueño de sus derechos deportivos, es relativamente cómodo: «Dinamita» se vestirá de «gallina» por cómodos 200 mil dólares, una cifra baja, si consideramos la importancia en el mercado futbolístico de la famosa institución de la «Banda Roja».
Es prácticamente un regalo, propiciado también, por la escuálida campaña del delantero ecuatoriano en el torneo español, en la que apareció a cuenta a gotas y siempre ocupó el papel de emergente.
Este traspaso es una brillante oportunidad para Joffre. Tiene cartel en la tierra del tango. Su excepcional tarea en la Copa Libertadores de América 2008, en la que fue consagrado como el mejor jugador del torneo, se labró por sus descomunales actuaciones ante los equipos argentinos, con los que se cruzó la «U» desde el arranque eliminatorio.
Partiendo desde el modesto Arsenal, pasando por Estudiantes de La Pata de la «Brujita» Juan Sebastián Verón, hasta terminar con el linajudo San Lorenzo de Almagro, que el polémico «Pelado» Díaz, armó a punta de millones de dólares para conquistar el cetro máximo de los clubes de Sudamérica. Desde luego, falló en el intento y le costó el puesto.
«Dinamita» se comió a todos los laterales, que lo custodiaron. Arrasó con las defensas argentinas. Los levantó en peso, con esa potencia formidable, que provocaba huracanes devastadores en esas diagonales electrizantes, que arrancaban desde el extremo derecho y terminaban en la red.
Esa imagen esta viva en la retina de los dirigentes rioplatenses y también en el ojo avisor y desesperado de los técnicos, que trabajan en ese rico y glorioso fútbol.
Su nueva casa, River, no pasa por un gran momento. La temporada pasada sufrió una dolorosa crisis institucional y futbolística. Fracasó en la Copa Libertadores y en el campeonato trajinó por el sótano. Perdió con todos y el rancho se incendió. La dirigencia con José María Aguilar a la cabeza, trabaja bajo sospecha, por sus manejos turbulentos en lo deportivo y en lo económico. Hay huellas de escándalos.
River es un imán que atrapa e ilusiona a cualquier jugador y «Dinamita» demostró que no pudo abstraerse. Firmó calladito y con una montaña de ilusiones. Está feliz de regresar a la vidriera internacional.
En Getafe estaba postrado. Aparte, Jofre tiene una deuda pendiente en Buenos Aires. En Boca Juniors, el archienemigo de River, le hicieron la cruz hace tres años. «Le tiraron al bombo», como dicen los argentinos y esa afrenta, hay que cobrarla, como un compromiso de dignidad y amor propio.
Está con la sangre en el ojo. Quiere demostrar a los españoles, que se equivocaron, que sigue siendo un tractor que tritura y pulveriza frente a los palos adversarios. Anhela gritar un gran puñado de goles y sobretodo ahogarse de emoción en «La Bombonera».
Dicen, que en la tienda xeneize lo odiaban y lo marginaron, porque gritaba como un loco sus goles en las prácticas, integrando el equipo de suplentes. Vamos Guerrón. Demuestre que las «gallinas» también tienen «dinamita».
Por: Raúl Cruz Molina