Vie. Nov 22nd, 2024

Viajar a un país lejano y trabajar como ilegal, no es una tarea fácil. Muchos de nuestros compatriotas han sido deportados, a pesar de ser pesonas honradas y trabajadoras. Este es el caso de Tito Toapanta, quien en esta edición nos contará su historia.

«Hace diez años, nuestro país, sufrió una crisis que nos dejó sin dinero a muchos de los ecuatorianos. Una de las salidas que tuvimos fue migrar. Aprovechando que teanía familia en Alemania, decidí irme para allá.

A los tres días de llegado, ya conseguí trabajo. Me tocaba cuidar a un viejito que había estado en la guerra. Yo era su única compañía, a pesar de que tenía hijos y nietos.

El pago que recibía era muy bueno y en menos de un año logré pagar mi pasaje y mandé a ver a mi señora. Luego el abuelito falleció y me dediqué a lavar platos en un restaurante.

Los latinoamericanos que trabajan sin papeles, solo pueden dedicarse a la limpieza y al servicio, pero menos mal se gana buena plata, o al menos así era en esa época

Yo vivía muy feliz, pues aunque estaba en un país muy diferente al mío y la gente era muy fría, estaba ganando bien y tenía la esperanza de regresar a Ecuador para comprar una casa y levantar un negocio, pero tuve mala suerte y me deportaron.

La policía alemana, fue a buscarme a mi departemento y me querían poner esposas como a un vulgar delincuente, pero les convencí que no lo hagan y subí por mi voluntad a la patrulla. Estuve quince días preso y en todo este tiempo pensaba en las injusticias de la vida, pues soy un hombre honrado. Lo único que hacía era trabajar sirviendo a los alemanes y estaba preso, mientras en las calles hay muchos delincuentes matando y robando. Mi familia y los curitas de una iglesia, me ayudaron a comprar el pasaje y pude regresar.

Solo estuve dos años en ese país y hay muchas cosas que admiro y otras que critico. Quisiera volver algún día a visitar a mis hermanos y a pasear un rato, pero no volvería a trabajar sirviendo a la gente que me trató tan mal»

Por adm