Germán, 45 años. Me casé con una chica quince años menor a mí. Desde que la vi, quedé cautivado con su belleza. Nadie en mi familia estuvo de acuerdo con mi matrimonio, pues decían que ella no es una buena mujer y que solo estaba conmigo, para sacarme plata. Jamás escuché esas advertencias y me dediqué a mimar a mi mujer. La traté como a una princesa, le di todo lo que me pidió y jamás permití que se canse trabajando. Me di con la piedra en los dientes, cuando me di cuenta que todo el mundo tienía razón, pues la encontré traicionandome con «una mujer», en mi propia cama. Podrán decir que soy un viejo anticuado, pero esas cosas no me gustan.
Mi querido Germán:
No está por demás prestar atención a los consejos de la familia. Es verdad, que a veces exageran un poco, pero no siempre se equivocan. Para la próxima no te ciegues y estudia la situación.
Tu amiga Conchita
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