Nada justifica la violencia, menos aún cuando se produce en un contexto de abuso de poder.
Es verdad que algunas entidades exigen permiso para grabar dentro de ellas y que se debe respetar las políticas institucionales, pero también es cierto, que es un acto totalmente cobarde, agredir a un hombre que quiere realizar su trabajo profesional.
Si el Registro Civil del Gobierno, no funciona de manera óptima, no se debe tapar el sol con un dedo. Lo indicado es recoger las quejas para poner en marcha un plan de solución de errores.
Empujar a un reportero, para que los usuarios dejen de presentar sus reclamos, proyecta una imagen de desorden y prepotencia, que dista sobremanera de un proyecto, donde el ‘país ya es de todos’.
Nada justifica la violencia. No es justo que un hombre sea golpeado y que la voz del pueblo sea silenciada.
Expresarse, es un derecho inalienable del ser humano. Bajo ningún precepto se lo puede opacar y menos aún con acciones violentas.