Jue. Nov 21st, 2024

Cuatro décadas transcurrieron para que Liga Deportiva Universitaria se colara en el cielo del fútbol internacional. Su primera incursión data de 1970 y es un jirón de gloria, que la historia no puede dejar en el archivo del olvido. Aquel inolvidable equipo que «ganó de calle» el campeonato nacional 1969, bajo la batuta del «Tano» Bertochi y una sinfónica en la que destellaron «Tito» Larrea, Carlitos Ríos, Jorge Tapia, Santiago Alé, Mario Zambrano, su hermano Eduardo, Enrique Portilla, Ramiro Tobar, el desaparecido «Pavo» Muñoz y el «Ciego» Yamandú Solimando, que llegó de Peñarol, en el cual era suplente eterno, de ese monstruo del arco, que respondía al nombre de Ladislao Mazurckiewicz.

Liga calificó a la segunda fase, con un sobresalto terrible, tras perder en el Atahualpa, en una tarde de granizo y lluvia, de arco embrujado, frente al Defensor Arica. Guaraní y el Peñarol de Spencer, aparecieron en el horizonte de las semifinales. Perdimos en Quito ante los aurinegros, en una mañana de inspiración de «Cabeza Mágica» que se sentó en el hombro derecho de Noboa para meter la pelota en la red. Y luego, el «Verdugo» Pedro Rocha, con un cañonazo homicida, desde 30 metros, liquidó el pleito. La «U» venció a Guaraní en Quito y en Asunción empató, reviviendo la opción de clasificar a la final.

Montevideo esperaba en busca de la hazaña, que por poco se concreta. Mickey Salazar metió un inolvidable gol olímpico y el Centenario tembló. Un árbitro miedoso y comprometido con los «grandes» se inventó un penal, y luego los aurinegros anotaron el segundo. En esos tiempos, era inadmisible que un equipo ecuatoriano, triunfara en el Río de La Plata. Era un auténtico sacrilegio y el árbitro le bajó el pulgar al once albo, que dirigía el irrascible brasileño José Gómez Nogueira.

Vale la historia, porque fue la primera piedra de los excepcionales momentos, que ha vivido la «U» en los últimos dos años.

Jamás olvidaremos la titánica conquista de la Copa Libertadores de América en el Maracaná de Río de Janeiro.

El vuelo interminable de José Francisco Cevallos para desviar el último tiro de Washington en la definición por penales y el llanto del «Patón» Bauza, sentado en solitario en la banca de suplentes. Nos asalta la memoria, la final del Mundial de Clubes, ante el poderoso Manchester y ese poema en forma de volea, que le sacó Van der Saar al «Piojo» Manso, ahogando las ganas de adueñarse del mundo. Nos acaricia el ego, el gol del generoso «Taca» Bieler, en la primera final de la Recopa en Porto Alegre. Esta noche está viva la posibilidad de otro baño de éxito. En Ponciano, con casa llena hasta la bandera. Hay ganas y atributos. A ganar. A revalidar la gloria. ¡Vamos!                    Por: Raúl Cruz Molina 

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