Tomás, 35 años. Soy un hombre normal de la ciudad de Gonzanamá. Vivo en Quito desde que cumplí veinte años. Salí de mi tierra natal para estudiar relaciones públicas, carrera que no existe en mi provincia. Después de cuatro años de estudios y al concluir mi tesis, me gradué. Al ingresar al campo laboral conocí a una mujer muy especial. Compartíamos los mismos gustos y nos interesábamos por temas similares. Fuimos amigos por más de tres años. Después de esto le pedí que fuese mi novia. Ella es menor a mi con cinco años. Estuvimos dos años como enamorados y le pedí que nos casaramos. Todo era alegría y felicidad en nuestro matrimonio. De repente todo se acabó. Las peleas eran diarias y no soportabamos estar juntos. Una mañana me levanté para salir al trabajo, ella se acercó a mi y me pidió que nos separaramos. Yo reaccioné mal y me fui. Le dije que se quede con todo y que jamás pensé que me haría ese daño.
Mi Querido Tomás:
Déjala un tiempo. Hablen con sinceridad. Visiten a un profesional.
Tu Amiga Karina