El cantante español Joaquín Sabina, deleitó el último sábado al público quiteño, que lo vio actuar después de más de dos años, en un concierto de su gira ‘Vinagre y Rosas’, que estuvo cargado de temas memorables de su carrera.
LLENO TOTAL
Ante un lleno total en el Coliseo Rumiñahui , un espacio con capacidad para 12.000 personas, Sabina se presentó con el bombín que le caracteriza una chaqueta de pingüino, y derrochó sonrisas y poesía en las más de dos horas que duró el recital. Recordó que la primera vez que llegó a Quito fue hace unos 16 años. «He recibido muestras de complicidad de muchísima gente, imposible de agradecer con nada más que con canciones», afirmó el artista entre aplausos y gritos del público.
ENCHUFADO CON QUITO
Además, destacó que la capital del Ecuador, debido a su altura, «como las mujeres fatales», le «deja sin respiración: en lugar de tomar copas, me enchufa oxígeno, pero esos son los amores que a mí me gustan», agregó. Con un decorado urbano de fondo y acompañado de seis músicos, entre ellos sus inseparables Pancho Varona y Antonio García de Diego, Sabina se quitó el sombrero por Quito y comenzó un recital de una veintena de canciones, entre ellas temas históricos del artista que emocionaron al público.
‘Medias Negras’, ‘Peor para el sol’ o ‘Aves de paso’ fueron los primeros platos fuertes del artista, quien encontró a un público entregado en los coros y las palmas.
RECONOCIÓ A CHAVELA
Con ‘Por el Bulevar de los Sueños Rotos’ Sabina homenajeó a su amiga mexicana Chavela Vargas con la que, dijo, comparte tres aspectos: «los dos hemos sido muy borrachos, los dos hemos sido muy mujeriegos y los dos estamos muy mayores». El público vibró cuando arrancaron los primeros acordes aflamencados de ‘19 días y 500 noches’ y no dejó de saltar durante el rock and roll ‘Princesa’.
El artista se tomó varios descansos y dejó el escenario a cargo de Varona, que cantó ‘Conductores Suicidas’, y más tarde a De Diego con ‘Amor se llama el juego’. Así, se relajó y entregó sus lluvias de poesías.