Jue. Nov 21st, 2024

El pueblo indígena de Saraguro, situado en los Andes de la provincia de Loja, en el sur de Ecuador, ha vuelto a las flores y al carrizo para confeccionar farolas, una tradición que ha resurgido para alumbrar la fe de su gente y atraer el turismo.

En Saraguro se vivió la proseción de las farolas
En Saraguro se vivió la proseción de las farolas

Preciosos faroles hechos de plantas y flores, otros de carrizo y algunos de material reciclado, volvieron a desfilar la noche del 23 de noviembre por las calles del poblado, como se hacía en el pasado.

El párroco de la comunidad, el colombiano Sergio Meza, aceptó el reto de algunos indígenas y campesinos que le pidieron que rescate la tradición de las farolas, que parecía haber desaparecido.

El templo de Saraguro está ubicado en lo alto de la meseta donde se asienta el pueblo y sólo allí algunas artesanas suelen acudir los fines de semana para crear con flores pequeños faroles que los fieles depositan en el santuario.

El padre Meza dijo a Efe que le sorprendió que a su llamado acudiera un centenar de personas, que se inscribió para participar en el concurso que organizó para rescatar la tradición.

Sin embargo, su sorpresa aumentó muchos más cuando, fuera del certamen, acudieron a la procesión con farolas de distintos tamaños, motivos y materiales.

Saraguro es un pueblo con población mayoritariamente indígena, quienes «expresan su fe de muchas maneras», como las farolas que se elaboran en dos fechas, el 23 de mayo, vísperas de la celebración por María Auxiliadora, y el 23 de noviembre, también en honor a la virgen, comentó Meza.

La tradición de las farolas «parece ser que tiene mayores antecedentes», aunque no existe un estudio sobre cómo o cuándo surgió, señaló el párroco.

«Si se considera que hace 20 ó 30 años en Saraguro no había luz, por ahí puede haber una explicación», señaló Meza y sostuvo que el resplandor de las farolas iluminadas por velas, tal vez, pretende «acompañar en la oscuridad».

La procesión de las farolas recorrió el pueblo y llegó al santuario situado en el alto de un cerro, en una distancia de unos 3,5 kilómetros que en la noche se vio como una serpentina de luz que zigzagueaba por sus calles, contó el cura.

El acontecimiento también permite a muchas personas preparar alimentos tradicionales como el asado de cuy (una variedad de conejillo), la horchata (una bebida preparada con plantas medicinales propias de la región), empanadas y otros manjares.

Meza contó que, pese a que sólo lleva dos años como párroco de Saraguro, admira el ingenio de su gente, por lo que está dispuesto a no dejar que se pierda esta tradición.

«Lo vamos a tratar de mantener y vamos a promocionar otra celebración de estas para el próximo 23 de mayo» y luego para el 23 de noviembre del próximo año, sostuvo tras revelar un hecho que le pareció curioso en la última procesión.

«Había un grupo de turistas franceses que, de casualidad, visitaban Saraguro. Se quedaron en el pueblo, participaron en la procesión y tomaron muchísimas fotos de los faroles, estaban maravillados», contó el párroco.

Por ello, dijo que el rescate de la tradición puede ir unido a la promoción turística. «Para la próxima se hará una mayor promoción», agregó.

La elaboración de los faroles es «un trabajito bonito y es también devoción», es una forma de expresar la religiosidad del pueblo a través «del arte que sale del ingenio» y «de manos laboriosas», apostilló el padre Meza. EFE

Por kochoa