En un espacio de algo más de 12 hectáreas, la comunidad «Playas del Cuyabeno», hasta hace poco una deprimida zona habitada por quichuas en las riberas del río Aguarico, en la provincia de Sucumbíos, se construyeron 82 casas modernas, con todos los espacios y servicios para que habiten unas 400 personas.
También integra el complejo una moderna unidad educativa con laboratorios, biblioteca y un centro de computación que permitirá a la comunidad mejorar su capacidad educativa.
Con los aportes entregados por la petrolera estatal Petroamazonas también se ha construido un espacio de atención sanitaria y un moderno muelle.
Esta primera «comunidad del milenio» se replicará en otros once sectores indígenas de la Amazonía.
Correa recalcó que esta infraestructura ha sido posible gracias a que la renta petrolera está también orientada al desarrollo social del país y a la preservación ambiental.
El gerente de Petroamazonas, Osvaldo Madrid, resaltó que la construcción demandó una inversión algo superior a los 20 millones de dólares, obtenidos de un fondo del 12 %o de las utilidades excedentarias de la extracción petrolera, como establece la ley actual.
Playas del Cuyabeno es una comunidad quichua que se encuentra en el sitio de influencia del proyecto petrolero Pañacocha, uno de los emblemáticos de Petroamazonas, objeto de reconocimientos internacionales por aplicar tecnologías de punta, orientadas al cuidado del ambiente y a la responsabilidad social.
«Estamos construyendo ese Buen Vivir, cuidando al ser humano y cuidando la naturaleza», remarcó el jefe del Estado al inaugurar la ciudadela en el moderno coliseo de la comunidad.
Correa además defendió su política petrolera y minera y criticó a los grupos ambientalistas y de la izquierda que se oponen a los proyectos de extracción.
El mandatario dijo que mientras sea presidente privilegiará al ser humano, especialmente con su política de erradicación de la pobreza extrema hasta el año 2017, cuando termine su mandato, que para entonces cumplirá diez años.
Javier es uno de los jóvenes padres quichuas que recibió su vivienda de 92 metros cuadrados, levantada sobre el terreno donde permanecieron por décadas las antiguas viviendas de madera.
«Ahora estamos bien, está bonito, hay agua, alcantarillado, tenemos teléfono y televisión» por cable, dijo Javier, visiblemente contento por su nueva casa de cemento.
«¿Quién se hubiera imaginado, aquí, en el Cuyabeno, una casa como en la ciudad», agregó el indígena, que aspira que se construyan otras ciudadelas similares en otros pueblos «amigos». EFE