La producción televisiva ecuatoriana no se ha caracterizado por manejar el tema del humor desde una perspectiva estética y política. Juan Pablo Castro, especialista en cine, explica que la producción nacional ha recurrido constantemente a fórmulas facilistas que usan la exacerbación del cuerpo femenino y la discriminación permanente del otro (mujer, negro travesti, gay) para hacer humor.
El experto señala que pocos productos cómicos ecuatorianos tienen perspectiva política entendida no como proselitismo sino como cuestionamiento al poder y manejan la estética como el tratamiento formal de los productos, que es lo que todo producto artístico debería tener.
“Las propuestas paródicas que cuestionan los discursos políticos alrededor de figuras presidenciales o de figuras vinculadas con movimientos locales rescatan algo de lo que significa el humor como discurso contestatario, no obstante nunca se ha conjugado de manera armónica estas ideas paródicas con la construcción de discursos estéticos”, señaló el experto a la agencia de noticias Andes.
Con esto coincide Carlos Iván Yánez, periodista con 33 años en el oficio, quien sostiene que la producción humorística nacional es ‘desastrosa’. Programas como Mi Recinto o La Pareja Feliz tienen explícitas ofensas racistas, sexistas y discriminatorias, así como mala producción y actuación.
A criterio de Yánez, la idiosincrasia Latinoamericana ha provocado una confusión entre el concepto de lo que es humorístico y lo que es chistoso. “El humorista es una persona inteligente y sobria que tiene posibilidad de hacer muchas cosas con la palabra o con una imagen, lo chistoso responde a una persona que hace burla de una circunstancia ajena”, explica.
La investigación “Igualdad y no discriminación. Producción Nacional y Publicidad en Televisión”, presentada por la Defensoría del Pueblo en 2012 determinó que los programas televisivos Mi reciento (TC Televisión), La Pareja feliz (Teleamazonas), El Combo Amarillo (Ecuavisa), En carne Propia (Canal Uno), Sorprendente (RTS) y Vamos con Todo (RTS) vulneran de alguna manera los derechos a la no discriminación.
Paulina Mogrovejo, miembro del Consejo de Comunicación y Regulación de la Información, explica que la actual Constitución es enfática en prohibir todo tipo de publicidad discriminatoria, sexista, que incite al odio y la violencia. Asimismo, indica que la Ley de Comunicación en los artículo 61 y 62 amplían esta normativa a otros contenidos de programación como noticieros, programas de comedia y farándula, telenovelas y programas de producción nacional cuyo deber es proteger al ciudadano del sexismo el racismo y otras distinciones que menoscaban derechos fundamentales.
La funcionaria señala que el manejo de casos los llevará la Superintendencia de Comunicación, entidad que establecerá espacios de monitoreo de estos casos; difundirá en la ciudadanía procesos de formación para la lectura crítica de medios y trabajará conjuntamente con la academia para que la ciudadanía se empodere y denuncie casos discriminatorios.
Para Castro, la Ley de Comunicación tiene un gran reto: “El humor en sí mismo es contestatario y subversor del ordenamiento institucional. Si por un lado tenemos un discurso que cuestione el poder y es humorístico y por otro una norma institucional nos encontramos frente a una relación compleja. En Ecuador la producción artística y televisiva se ha realizado sobre la base del libre albedrío absoluto, la Ley de Comunicación debe regular las franjas determinar cómo y cuáles serán los criterios y quienes van tener la capacidad para regular los espacios”, sostiene.
Otro de los retos –a su criterio- es destruir las ideas de los estereotipos frente al sexismo, discriminación e intolerancia. “La regulación debe ser modelada por criterios de vigilancia y no de censura”, dice.
Fuente: Agencia Andes
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