Desde que el palacio de Kensington comunicó hoy que Catalina, esposa del príncipe Guillermo de Inglaterra, había sido hospitalizada con las primeras contracciones, el exterior del hospital no ha dejado de recibir visitas.
A los centenares de periodistas de todo el mundo que desde hace más de dos semanas ocupan un lugar frente al ala de maternidad privada del centro médico, se ha unido hoy una muchedumbre de curiosos, entre ellos un hombre que armado con un altavoz hizo patente su descontento con la corona británica.
«Pasan demasiadas cosas importantes como para prestar tanta atención a este nacimiento», exclamaba el anónimo, silenciado en sólo unos minutos por uno de los policías que acordona la zona.
Una crítica que no compartía ninguno de los turistas y forofos de la familia real británica que llenaban las cercanías del hospital a la espera de que nazca el bebé.
Sin embargo, el manifestante, cuyo nombre no ha sido divulgado, volvió a la carga minutos después: «Esta sociedad es ridícula y lo que está pasando aquí es una prueba de ello», clamó.
De la lista, Alexandra fue el nombre elegido si es niña y George si es varón, aunque también los bromistas tenían espacio en estas apuestas, ya que hubo quien votó por el nombre de «Pocahontas».